Planes de pensiones planas

Plan de pensiones.
Plan de pensiones.

A finales de año, sin motivo aparente en relación a la poca aceptación que a la ciudadanía resultan los productos financieros creados para una significativa parte de la sociedad española con unos ingresos aceptablemente dignos, se viene llevando a cabo una agresiva campaña de marketing favorecida por la Administración, sobre los Planes de pensiones que desgravan las rentas de los ricos y en poco influyen las aportaciones de quienes disponen de un salario ridículo para el tratamiento de los productos de ahorro con fiscalización procedente; una elaborada alusión al declive de las pensiones a pesar de querer con sus promesas pre electoral, modificar la sensación de desesperanza de la mayor parte de los ciudadanos y ciudadanas, notablemente preocupados por el destino final de sus escasos ahorros, los cuales han ido menguando desde que fuimos salvadores de la banca y sufridores de las reformas de austeridad promulgadas por un gobierno que tuvo que salirse del atril ante la corrupción desmedida que asoló buena parte de sus principales n líneas de flotación, muchas de las cuales aún están por salir, otras por condenar y más de una por escaparse de rositas ante su buen hacer bucanero.

Y es que un Plan de Ahorro, PPA, Plan de Pensiones o productos similares, son un lujo difícil de asumir para un asalariado normal, portador de una ligereza en sus ingresos que apenas llega a cobrar, sirve para pagar recursos básicos de su hogar, un gesto insano de la Administración con la idea absurda de hacernos creer que el ahorro es un bien accesible para todos y todas las que disponen de un contrato laboral. Son los Consejos de Administración de las grandes empresas, los directivos de entes bancarios y ejecutivos de alto standing los que se lucran con los beneficios añadidos de una contabilidad experta, sabedora de los límites de sus deseos y la prudencia necesaria para no cometer desfalcos hoy en día más mirados por la Justicia tras las oleadas de ilegalidades sacadas a la luz con motivo de la recesión que azota la economía de la inmensa mayoría de la sociedad española.

Viudas que sufren la `pérdida de su amado y además de luchar para sacar adelante en muchos casos a los hijos huérfanos de padre o madre, tienen que buscarse la vida ante la incoherencia de la Administración que las desprovee de la mitad el salario que antes recibían en el hogar. Además de las viudas mayores, con gastos de comunidad, luz, agua, teléfono, comer y mirar por la ventana con la dignidad de ser una ciudadana de un país demócrata que, sin embargo, al mantiene tan olvidada como sus ojos reclaman.

El ahorro, esa utopía que resultó estar cargada de mala intención por parte de las financieras y entidades que hace apenas unos años ayudamos a salir del cenagal en el que estaban metidas y que a la sociedad española salpicó siendo inocente de una mala praxis no solo de las entidades privadas, sino de la administración pública que para agigantar la sensación de malestar ya existente, quiso cubrir las espaldas de los más adinerados creando una Amnistía Fiscal al gusto del rico y al amargor del ciudadano quien vio cómo se marchaban cientos de millones a otros lares sin impedimento alguno; cantidades de sobra manifiestas que hubiesen generado dosis de tranquilidad en la ciudadanía a cual veía cada año como la hucha de las pensiones iba adelgazando sobremanera, producto de la austeridad de un gobierno que prefirió frenar el progreso del país por una felicitación pasajera del Consejo Europeo.

Tal vez nos quede por recuperar parte de los valores que nos hicieron mejores hace más de tres décadas atrás, ese compromiso de la gente con la gente, de los derechos de unos con las obligaciones de otros, un camino que acabó por construir un sistema del bienestar y una calidad de vida sobresaliente; que otorgó a la educación el compromiso fehaciente de una enseñanza capaz, que afianzó las normas que reglaban una sanidad pública competitiva y fiable. Pero los jóvenes españoles no saben lo que es la unidad del pueblo, lo que es luchar por los intereses comunes afines a sus propios intereses, la lucha que sus abuelos y padres mantuvieron para generar un futuro de progreso y bienestar que se va yendo por la cloaca de la ineptitud política. No ayudan a estos en su lucha cotidiana en favor de su pensión que a la larga serán la de ellos y ellas.

La política disconforme con la sociedad se convierte en una ingrata y reciproca realidad, los que no votaron salen a la calle para reclamar la salida del Parlamento de un partido elegido a muy pesar nuestro de manera democrática por la ciudadanía. En lugar de reclamar ahora, bien les hubiera ido convencer a los que tenían a su alrededor para intentar un resultado diferente en las urnas que trajo el fascismo a los escaños, tan solo por el hecho de echar de la presidencia un partido que parece no se portó como debían durante casi cuarenta años, ahora lo convierten en un paso atrás en las ideologías de progreso y hacen del liberalismo y el conservadurismo de la derecha más extrema la manera de creer haber logrado la soluciona sus problemas básicos; no sabemos si los PER o similares ayudas a la agricultura siempre satisfechas en la región más grande de España seguirá abasteciendo los recursos más primarios de los hogares andaluces, porque tampoco sabemos la idea preconcebida de unos escaños calientes, ni el partidismo de la nueva derecha ciudadana o el consentimiento decisivo que el partido que se dice conservarse fieles a sus ideas y proteccionismo del pueblo pretenda con una anexión a la causa con la única verdad de sus propuestas, la de echar del Gobierno al socialismo y alejar a la izquierda de su lado.

Pues bien, volviendo de nuevo a lo que me indujo a comenzar este artículo, serán las pensiones las que podrán confirmar si un Gobierno es capaz o no y no serán por lo contrario los Planes de Pensiones tan aclamados por la Administración y sus congéneres financieros. Será la creación de empleo y subida salarial la que aportará ingresos que sirvan para abastecer la hucha de las pensiones con las aportaciones de los trabajadores y trabajadoras, de los emprendedores o de las Pymes que se mantengan activas a pesar de la estrechez a la que los pequeños autónomos son sufridores habituales.

Yo me retiro por este año, triste ante la poca evidencia de haber reportado en algo la experiencia de la política española durante cuarenta años de democracia, apocado ante un futuro incierto que no me atrevo ni imaginar, esperanzado de que alguien haga algo dignamente beneficioso para la sociedad de la cual formo parte y deseando a todos que el venidero sea un año al menos en paz, con los derechos y la protección de la infancia por delante de todo progreso que resulte realmente significativo de tomar en consideración.

 

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