Crece el número de inmigrantes que compran vivienda, gracias a largas jornadas laborales, capacidad de ahorro y varias nóminas

Un 30% de los inmigrantes no comunitarios en España son dueños de su propia vivienda. Según se asegura desde una de las principales franquicias inmobiliarias, al contrario de lo que se piensa, los inmigrantes evitan el alquiler y prefieren comprar. Trabajan en oficios en los que no se necesita cualificación pero bien remunerados. Largas jornadas laborales, gran capacidad de ahorro y poder juntar varias nóminas convierten a este colectivo en uno de los principales demandantes de vivienda de segunda mano.

Un 30% de los inmigrantes no comunitarios en España son dueños de su propia vivienda. Según se asegura desde una de las principales franquicias inmobiliarias, al contrario de lo que se piensa, los inmigrantes evitan el alquiler y prefieren comprar. Trabajan en oficios en los que no se necesita cualificación pero bien remunerados. Largas jornadas laborales, gran capacidad de ahorro y poder juntar varias nóminas convierten a este colectivo en uno de los principales demandantes de vivienda de segunda mano.

Los inmigrantes que llegan a nuestro país suelen ocupar puestos de trabajo asociados al mundo de la construcción, del sector servicios, oficios liberales como fontanería o electricidad, y en el caso de las mujeres servicio doméstico o atención a ancianos, niños o enfermos.

Son trabajos que implican largas jornadas laborales pero generalmente bastante bien recompensados económicamente, sobre todo si se comparan con el sueldo medio que recibe una persona joven, con cualificación universitaria, que accede por primera vez al mercado laboral.

En general, son personas con una gran capacidad de ahorro a pesar de que las familias suelen estar compuestas por un mayor número de miembros que las españolas. Es frecuente que varios núcleos familiares con relaciones de parentesco junten sus nóminas a la hora de decidirse a comprar un piso.

Todos estos ingredientes les convierten en candidatos aceptables por las entidades financieras para conseguir un préstamo hipotecario.

Según estudios basados en datos del año 2004, el 30% de los inmigrantes que residen en España –sin contar los que proceden de países miembros de la UE- posee una vivienda en propiedad o está en trámites para su compra, lo que equivale a una cifra de cerca de las 625.400 personas.

Se calcula que al menos 45.000 viviendas al año serán adquiridas por inmigrantes hasta 2008, lo que les convierte en un colectivo de gran relevancia en el desarrollo del mercado de la vivienda en nuestro país. El perfil del inmigrante que compra un piso es una persona entre 31 y 35 años, con familia amplia, que busca inmuebles pequeños, usados y baratos.

El tiempo medio entre la llegada de un inmigrante y su acceso a la compra de una vivienda es de siete años. Los expertos observan un ciclo que se inicia con una primera casa provisional, muchas veces en condiciones de hacinamiento -ocho o más personas- y una segunda fase en la que el inmigrante consigue el reagrupamiento familiar, y los ahorros y una situación económica suficiente para hacerse cargo de una hipoteca y de la consiguiente compra del piso.

 

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