El Gobierno ha comenzado la batalla contra la economía sumergida: Hacienda y Trabajo están organizando visitas por sorpresa a los polígonos industriales
La pasada semana, un informe de FUNCAS estimaba que la economía sumergida representa el 17% del PIB del país y supone más de cuatro millones de puestos de trabajo. Pues bien, el Gobierno se ha puesto aparatosamente a la tarea de localizarla y neutralizarla.
Desde hace un mes y medio, los ministerios de Hacienda y de Trabajo han desplegado contundentemente la artillería inspectora, centrándose en los polígonos industriales, donde sus funcionarios están apareciendo por sorpresa y sin ningún criterio aparente, según fuentes de Cepyme y CEOE, que reciben denuncias continuas de asociaciones provinciales, las últimas desde Castilla León.
Los empresarios, que consideran que ya sufren bastante con la crisis, se sienten más acosados aún. El malestar es creciente. “Aparecen aleatoriamente y hacen barridas por sorpresa. No parece que tengan un criterio de sectores o tipos de empresa más proclives al fraude. Y si tienen criterio no lo parece”, señalan fuentes empresariales a las que ha tenido acceso El Confidencial Digital.
Esta iniciativa no es una novedad, ya que la Agencia Tributaria, ha venido anunciando en su último Plan Inspector que lo haría, combinando su acción con la inspección de Trabajo. Lo que sospechan los empresarios es que se trata de acciones de intimidación, pero añaden que van a tener muy poca efectividad porque nadie establecido legalmente, con su empresa en regla y su CIF, se va a exponer a sanciones. Estas se han endurecido tanto en los últimos tiempos, sobre todo en el trabajo ilegal, que nadie sensato se arriesga a tener personal ‘sumergido’.
Por su parte, el sindicato Gestha, antiguos subinspectores de Hacienda, confirma que existe esa campaña, pero tampoco tienen muy clara la efectividad y los resultados.
Tradicionalmente, Gestha ha defendido que el fraude se combata con información previa, siguiendo pistas de la actividad de las empresas, y centrándose en sectores más propicios al fraude, el efecto sorpresa y la presencia física en las industrias no pasa de tener un efecto intimidatorio: el porcentaje de fraude que se descubre es limitado para el coste y tiempo que supone desplegar a la inspección sobre el terreno.
