Joan Rosell sprinta hacia la presidencia de CEOE pero le faltan muchos votos. Tendrá que seguir el modelo Ferrer Salat y ‘españolizarse’ si quiere ganar

La batalla por la presidencia de la CEOE ha comenzado ya. Los candidatos han empezado a moverse. Uno de ellos, Joan Rosell, tiene posibilidades claras, pero debe espabilar. Y, si quiere ganar, necesitará escenificar algunos gestos; más en concreto, ‘españolizarse’ como hizo Carlos Ferrer Salat.

Su victoria aplastante como presidente renovado de Fomento del Trabajo (dobló en votos a su rival Boixareu, que era el candidato de Jordi Pujol), ha provocado que Joan Rosell se haya colocado en primera posición en la línea de salida para presidir la patronal, por delante de los demás precandidatos, según fuentes empresariales consultadas por El Confidencial Digital.

En la CEOE se le ve ya con “perfil de candidato claro”. “Tener detrás a todo el empresariado catalán, en bloque y con contundencia, es una carta de presentación muy fuerte”, señalan en la sede de la patronal.

Sin embargo, de acuerdo con esas fuentes, el partido no ha hecho más que empezar. Joan Rosell necesita con urgencia ganar  imagen de ‘español’, algo que puede parecer paradójico porque él no es catalanista furibundo ni independentista.

Dar pistas a los votantes

Ese movimiento será imprescindible para que, en la llamada ‘prospección de voto’, sistema tradicional en la CEOE para afianzar candidatos, alguna o varias de las grandes territoriales y/o sectoriales  se decanten por él y ‘filtren la intención de voto’ a la opinión pública.

Tales pistas no son baladíes. En la cúpula empresarial se reproduce, con las distancias necesarias, el sistema de los cónclaves cardenalicios: los grandes electores deliberan previamente y pactan los candidatos. Si uno o varios de ellos filtran su intención, empezarán a arrastrar a la base electoral indecisa.

¿Por qué son ahora más relevantes ese tipo de indicaciones o guiños? De acuerdo con las fuentes consultadas, porque se da un nuevo escenario: una situación de vacío de poder. En este momento no manda nadie en CEOE, la organización está parada, y nadie tiene poder para dar ‘indicaciones al electorado’.

En la etapa de Cuevas, bastó su decisión ‘digital’ para nombrar al sucesor, porque tenía toda la autoridad.  Díaz Ferrán es producto de  ese sistema  digital, de sucesión tranquila, escasamente democrático pero que ahorró enfrentamientos y desgaste interno a la organización.

Díaz Ferrán revalidó en abril del 2009 su cargo por 398 votos, en una asamblea en la que  votaron  459 delegados, pero ganó porque era el hombre designado por el difunto Cuevas más que por sus méritos y trayectoria de dirigente empresarial.

 

“Si los electores hubieran sospechado mínimamente la trastienda empresarial que tenía, y que encabezada un imperio empresarial cogido con alfileres, no le habrían votado ni locos. Algunos sabíamos que tenía el imperio tocado y con grietas, pero nos callamos por respeto a Cuevas”, reconoce un antiguo dirigente de CEOE.

Arturo Fernández, clave

En estos momentos no existe mecanismo ‘sucesorio’, y los candidatos tendrán que trabajarse los votos por el sistema de ‘tocar’ a todas las organizaciones y de ofrecer un programa de renovación claro, que devuelva a la CEOE el prestigio perdido y su papel de agente social solvente.

Rosell tiene a su favor el contundente respaldo catalán y su trayectoria limpia y solvente, pero necesita convencer a los otros empresarios de que es ‘el nuevo Ferrer Salat’, la persona que fundó junto con Cuevas La CEOE y la presidió durante años. Y eso exige que ‘se españolice’ y se quite la etiqueta de catalanista, o de submarino de la Generalitat, al igual hizo Ferrer Salat, según las fuentes consultadas por ECD.

Son claves en este momento Arturo Fernández, presidente de CEIM, que se deja querer por varios candidatos; y pesos pesados como Pérez de Bricio, presidente de Confemetal, o Lazcano, presidente de la CNC (patronal de la Construcción). Cualquier gesto de estos líderes puede resultar decisivo para aupar a un candidato. Por ahora, todos se miran de reojo.

Solo Arturo Fernández, el empresario hostelero, ha dicho claramente que “sin contar con Madrid no sale un presidente de la CEOE”. Advertencia que mantiene a día de hoy, pero que también es ‘flexible’ por el bien de la CEOE, señalan sus allegados.

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