Una encuesta a 400 directivos y profesores de finanzas desvela los peligros de hacer negocios: la crisis del ladrillo dispara la prima de riesgo

Una encuesta realizada entre más de 400 directivos de empresas y profesores de finanzas españoles desvela cómo fijan sus primas o índices de riesgo a la hora de invertir en nuevos negocios. Muchos reconocen aumentar su margen a consecuencia de la crisis inmobiliaria.

Los datos recogidos en un estudio sobre la prima de riesgo utilizada por las empresas españolas indican “ciertos cambios a la hora de tomar riesgos de inversión”. La información recabada proviene de más de 420 directivos y profesores financieros y responde a los primeros seis meses del año.

La encuesta, a la que ha tenido acceso El Confidencial Digital, ha sido elaborada por el profesor de Finanzas Corporativas de PricewaterhouseCoopers del IESE, Pablo Fernández quien destaca que “existe una fuerte dispersión entre las opiniones y criterios utilizados” para fijar esta prima o indicador del riesgo que conlleva cada negocio.

Los resultados muestran una gran diversidad de respuestas, siendo los profesores quienes más ‘afinan’ este porcentajede riesgo inherente al negocio –entre el 3,5 y el 10% - frente a los directivos, que se delimitan sus riesgos en un margen más amplio, de entre 2 y 30 puntos porcentuales.

No obstante, son los responsables de las compañías quienes utilizan un promedio de riesgo más alto, del 6,3%. Los profesores son menos conservadores a la hora de afrontar posibles inseguridades con sus inversiones, por lo que el promedio de su prima de riesgo es menor, de 5.5%. 

Sin embargo, ambos colectivos coinciden en aumentar sus márgenes, lo que “de alguna forma” recorta el número de “nuevos proyectos de gran envergadura”, explica el responsable del estudio. Hay “opiniones para todos los gustos y colores” entre los criterios que determinan el nivel de riesgo que están dispuestos a asumir los inversores.

Así, entre las empresas que no siguen un método único para calcular esta prima, destacan las promotoras que explican que utilizan valores altos “por el gran riesgo y los largos plazos que se dan en el proceso inmobiliario”.

Los empresarios de este sector reconocen que “dada la situación desde hace un año, la hemos reducido considerablemente al tratar la gestión promotora como una actividad profesional más, separando las actividades en patrimonial y gestión”.

Otros “simplemente aplican el sentido común” en función de los tipos, el negocio y la posición compradora o vendedora del cliente –“esto último no lo va a reconocer nadie”, aseguran-. Muchos de ellos están de acuerdo: la volatilidad mostrada por los mercados “especialmente a partir del segundo semestre de 2007” hace que aumente “la prima que se le pide a la renta variable”.

En este sentido, Fernández destaca que en 60 de las empresas participantes la “prima de riesgo la fija el propietario” o la central corporativa, y que “esto es muy lógico y sensato” ya que “es su dinero y su empresa lo que se arriesga”.

 

Dentro de este grupo, varios ejecutivos apuntan que “el mercado de obra pública tiene riesgos superiores” a otros, dada la “posibilidad de quiebra financiera de muchas empresas”. Este peligro se debe a “la alta deuda, los pocos recursos y su exposición al problema inmobiliario”.

Para evitar estas situaciones, algunos asesores económicos optan por “admitir sólo inversiones con resultados previstos muy altos”, “fijar la prima en base a tipos de interés a 10 años, salvo que les parezca demasiado elevado” o “seguir criterios poco científicos, de percepción de riesgos”.

Empresas que utilizan otros criterios

Pero los inversionistas y empresarios españoles no sólo se sirven de la prima de riesgo del mercado para valorar si invierten o no en determinados proyectos. El Coste Medio Ponderado (WACC), la tasa interna de retorno (TIR) o la rentabilidad exigida a las acciones son algunos de los más utilizados.

Algunos directivos exponen que “a veces, hemos estado dispuestos a pagar 4-6 veces el beneficio anual” a la hora de decidirse a comprar una empresa puesto que “no estaban dispuestos a estar trabajando 10 años para pagar esa compra”.

También se han dado casos en los que los financieros “han esperado a ver las primas de cotizadas de nuestro sector” o en los que prefieren que “existiese consenso mundial a la hora de hacer valoraciones de este tipo”.

Caso aparte son las carteras diversificadas de renta variable, en las que se asumen menos riesgo a largo plazo –unos 10 ó 15 años– de perder poder adquisitivo que una de renta fija “por el riesgo de inflación que generan ciertos tipos de banca”. “La renta variable se adapta a ese riesgo, la fija no”, sentencian.

Finalmente, están aquellas firmas que interpretan la prima de riesgo de mercado como ‘riesgo de incobrables’. Teniendo en cuenta el repunte de este indicador, “es normal que esos márgenes estén aumentando una barbaridad”.

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