Las floristerías en crisis: la cancelación de bodas, entierros y comuniones hunde la demanda

Los comerciantes no pueden invertir ante la incertidumbre por tratarse de un producto perecedero. La venta online no funciona y las ayudas para ellos son insuficientes

Flores

Las floristerías han dejado de comprar flores porque los clientes se han reducido tanto que no les merece la pena la inversión. El sector se muestra muy preocupado por las pérdidas actuales y las que lleguen incluso después del confinamiento. El cierre de los locales ha llegado en la peor época por la cancelación masivas de bodas, comuniones y funerales. Además, el comercio online no es viable para la mayoría de ellos. 

En España hay unas 5.600 floristerías, en su gran mayoría formadas por Pymes y autónomos. Según datos de la Asociación Española de Florista (AEFI), el sector aúna 16.000 trabajadores por cuenta ajena y unos 15.000 autónomos que vaticinan un futuro bastante negro. 

“En el momento en el que se ha parado la producción, se ha perdido toda la cadena”, explica Olga Zarzuela, presidenta de AEFI. El gran problema de los floristas es que su producto es perecedero. No se puede conservar y una vez se acaba el stock, los profesionales deciden no volver a invertir porque ni saben cuánto va a durar esta situación, ni tienen demanda suficiente. 

La venta online no es una opción 

Los trabajadores no pueden ir a trabajar porque no se trata de un servicio esencial, por lo que las tiendas están vacías. Al llegar el estado de alarma, que pilló a todos por sorpresa, muchos aprovecharon el producto que tenían para hacer algunas ventas online. 

Otros, como la empresa Coflores, regalaron la flor sobrante a hospitales y trabajadores sanitarios. Pero, pasados unos días desde el decreto del estado de alarma ya no quedaba producto a la mayoría de los comerciantes. 

Los particulares no hacen pedidos. Ha habido una caída total de la demanda”, explica Zarzuela. 

La peor época posible 

Para los floristas, en este trimestre del año se concentran el mayor número de ventas. Marzo es un mes de bodas, se celebra el día de la madre y las fallas. También San Jordi, donde es tradicional regalar una rosa. Así como comuniones, fiestas, la semana santa y, más adelante, la feria de abril. 

“Todavía no se pueden hacer cálculos, pero es una época muy importante. Aproximadamente el 30% del consumo total de todo el año”, explica Zarzuela. 

Las medidas del Gobierno son insuficientes 

Para el sector, con las ayudas del Gobierno, no es posible costear las pérdidas. Aseguran que los 15 primeros días de confinamiento la mayoría intentó mantener al personal. Pero pasados este tiempo, han hecho ERTEs. “Son pequeños empresarios y todo esto es muy complicado para ellos”. 

 

Además, cuando todo vuelva a abrir, su producto seguirá sin ser esencial. “Es evidente que la demanda se va a resentir. La situación es preocupante”, dice Zarzuela. Sus reclamaciones van más allá de aplazar los pagos. “Necesitamos ayudas que den liquidez, no que nos hagan endeudarnos”. 

La incertidumbre es, también, cuándo volverán a abrirse las fronteras ya que grandes cargas de flores llegan del exterior. Holanda, Colombia, Ecuador y África son grandes exportadores de flor.

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