La industria de las renovables recuerda que las baterías eléctricas pueden bajar el precio de la luz de 136 euros el megavatio a 16

Los expertos esperan que en cuatro años la tecnología permitirá reducir la dependencia de las centrales de ciclo combinado

Placas solares.
Placas solares.

España no tuvo la fortuna de tener petróleo, gas o carbón en sus entrañas, y esto se refleja en los altos precios que lleva pagando desde la Revolución Industrial el país por importar combustibles fósiles. Sin embargo, la Península Ibérica tiene una posición inmejorable para las energías renovables, que son el futuro, y un 90% más baratas que el gas natural que queman las centrales térmicas españolas. 

Las energías verdes, como la solar o la eólica, tienen la virtud de ser muy baratas y la tecnología para explotarlas está ya madura; pero queda un último escollo para que estas despeguen y tengan un impacto en la factura de la luz.

"Hay viento y sol para instalar renovables pero tenemos el problema del almacenamiento y la intermitencia del sol y del viento", reconoce Rafael Barrera, director general de Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (ANPIER), y añade que "hacen falta tecnologías de respaldo".

El sol y el aire no son continuos, y cuando estos faltan es necesario recurrir a otras fuentes de energía para alimentar la red eléctrica en lo que se denomina respaldo. En el caso español, esto se lleva a cabo con gas natural, el cual está marcando precios en los mercados internacionales de 4,62 dólares frente a los 2,4 de hace un año.

Esto, sumado a que el precio por las emisiones de CO2 (61,24 euros frente 27,81 de hace un año) que generan las centrales térmicas por la quema del gas natural, ha hecho que se dispare el precio del megavatio hora hasta los 135,6 euros (a 7 de septiembre), frente a los 40,37 que hubo de media en 2020.

No toda la energía sigue la escalada del gas natural, las renovables han mantenido estable su precio. Barrera señala que en las últimas semanas hubo “empresas de energía solar que vendieron su suministro eléctrico durante los próximos diez años a 16 euros el megavatio hora”.

Sin embargo, los 16 euros de precio no se notarán en la factura del consumidor final en el corto plazo, mientras el precio de la tonelada y el gas natural sigan en máximos.  Esto se debe a la formación de precios marginalista, en la cual el precio del megavatio generado más caro que entre en la subasta marca lo que pagará el consumidor. 

Para no depender del precio del gas y de las emisiones es necesario prescindir de ellos o una reforma de la formación del precio de la luz. Barrera explica que el Gobierno está trabajando en cambiar el mercado marginalista; pero que, aún no modificándose, con baterías eléctricas podría omitirse el uso de combustibles fósiles.

Baterías para ahorrar en el recibo

"En un escenario en el que las baterías estuvieran maduras, el precio de la luz caería de forma espectacular. El respaldo ya no se daría con gas, podría hacerse con una batería", resume Barrera.

 

No sólo las firmas de energía fotovoltaica buscan introducir los dispositivos de almacenamiento en sus procesos de generación de energía. "Endesa planea hibridar la flota renovable con baterías"; lo que ayudará a "adecuar el sistema y contribuirá a su eficiencia", aseguran desde la empresa a El Confidencial Digital.

Actualmente Endesa emplea el almacenamiento de energía por bombeo en sus embalses, este consiste en subir agua a la parte superior de las presas con la electricidad excedente generada en otro punto.  Este tipo de acopio de energía es la forma más antigua de almacenamiento (se emplea desde los años 20) y "para grandes volúmenes o larga duración aún es la solución más competitiva".

Con todo, esta técnica está siendo sustituida por las modernas baterías de Li-On, que según Endesa son más eficientes que las nuevas plantas de bombeo. Estas son dispositivos de almacenamiento electroquímico con una eficacia de ocho horas.

Barrera argumenta que las baterías que sirvan de respaldo a la energía solar "podrían estar maduras y ser competitivas en cuatro años" , aunque reconoce que la viabilidad de la tecnología no lo es todo.

Debe generalizarse el uso de estos dispositivos de almacenaje al igual que pasó con las renovables. Aunque desde el sector fotovoltaico recuerdan que hoy en día, 15 años después de su maduración, no podrían satisfacer toda la demanda eléctrica aún contando con baterías funcionales y son necesarias más instalaciones que esperan que lleguen con los fondos europeos Next Generation.

Un coste decreciente

Con todo, desde 2007, las energías verdes se han multiplicado y han aumentado su eficiencia. Barrera explica que "actualmente una instalación fotovoltaica no tiene rentabilidades disparatadas", pero reconoce que "amortiza la inversión a los 15 años (sin tener en cuenta el precio disparado de la luz), con una vida útil de 30". Los estudios sobre la tecnología fotovoltaica en 2007 señalaban que apenas arrojaban rentabilidad financiera. Los expertos esperan que las baterías sigan el mismo camino.

"El coste de las baterías de Li-On decreció por un factor de 8 durante la última década y de acuerdo al consenso de mercado, continuará decreciendo otro 60% entre hoy y 2030", así defienden desde Endesa su rentabilidad.

De desarrollarse los dispositivos de almacenamiento electroquímico y de ser rentable su uso para las empresas eléctricas, "terminaremos con una energía muy barata y limpia con el entorno", sentencia Barrera. España dejará de tener la electricidad más cara de Europa y el sol no sólo impulsará el turismo.

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