Quinientas marcas españolas etiquetan sus productos con el sello “halal” dirigido al consumidor musulmán

Fabrican ya cinco mil productos, en un mercado emergente que les permite ampliar su clientela y exportar a países islámicos

Imagen del sello halal
Sello de garantía “halal” en un artículo de supermercado

Cincuenta países del mundo son de mayoría musulmana y concentran buena parte de los 1.700 millones de hombres y mujeres que rezan en dirección a La Meca. No todos son igual de exigentes cuando adquieren un producto de consumo, pero la mayoría, cada vez más, buscan un sello en el etiquetado que les garantice que lo que van a comer o a beber es compatible con lo que ordena el Corán y la tradición. Son los sellos de garantía “halal” (“lícito” en árabe) que otorgan a esos productos las entidades certificadoras.

Cuatro entidades españolas se disputan actualmente el mercado de la certificación de los productos y servicios halal: Instituto Halal de Junta Islámica, Halal Food and Quality, Safety Horizon y Halal Consultinig.

Tienen que ser rigurosas en su trabajo de laboratorio y exigir a sus clientes el cumplimiento estricto de unas normas de sacrificio animal, procesamiento, manipulación, envasado, transporte…

No se ha contaminado

No se trata solo de garantizar al consumidor musulmán que el producto que va a comprar no contiene cerdo o alcohol. Eso es lo mínimo. También es importante acreditar que la hamburguesa de pollo o la pierna de cordero no se ha contaminado, durante su transporte, con productos haram (prohibidos) dirigidos a otros mercados o consumidores.

Embutidos de pavo, vinagres de productores que no producen vino, cervezas sin alcohol, mataderos con matarifes musulmanes, transportistas, restaurantes, carnicerías, medicamentos, cremas…

Lo “halal” ha llegado a convertirse para los musulmanes en un estilo de vida saludable y respetuoso con la tradición y la naturaleza.

Puertos de Almería y Huelva

Isabel Romero, directora de la primera entidad certificadora española, el Instituto Halal de Junta Islámica, afirma tener acreditados como “halal” a más de quinientos productores y más de cinco mil productos elaborados en España.

Muchos de los fabricantes solo hacen gala de su sello en las etiquetas de las partidas que van a ser exportadas a países islámicos. Instalaciones portuarias tan importantes como las de Algeciras disponen de un certificado emitido por Instituto Halal que garantiza a los países islámicos importadores de carne española que el paso, almacenamiento e inspección del producto en ese puerto se ha hecho de acuerdo a las normas “halal” internacionales. También el Puerto de Huelva obtuvo recientemente ese certificado por la Halal Food and Quality, entidad con sede en Valencia.

Préstamos bancarios

Lo “halal” y lo “haram” no son categorías que se reduzcan solo a la alimentación, el transporte o la industria farmacéutica. También los bancos españoles ensayan fórmulas para los musulmanes en que los préstamos para la adquisición de una vivienda o un coche son sustituidos por otro tipo de acuerdo en el que no exista el cobro de intereses (el Corán prohíbe expresamente el pago de intereses al prestamista). La adquisición del bien por la entidad financiera y el posterior alquiler del mismo al cliente, con derecho a compra, es una de los procedimientos alternativos al cobro de interés hipotecarios.

 

Algunos hoteles españoles ya han separado, en su buffet del desayuno, los productos derivados del cerdo.  “Basta con ponerlos todos juntos en una zona de la mesa con un cartel que indica CERDO-PORK-PORC”, señala la directora de un hotel de la costa barcelonesa que dice recibir muchos turistas musulmanes.

Turismo de musulmanes

Si el huésped lo solicita, le retiran las bebidas alcohólicas del minibar. En el techo de la habitación, una discreta flecha verde indica el punto cardinal hacia el que el musulmán debe dirigir la oración.

Son los establecimientos que se anuncian como muslim friendly que, conscientes del poder de atracción del patrimonio islámico español para el turismo musulmán, quieren que sus huéspedes se encuentren cómodos y atendidos hasta en esos detalles. Muchos de los clientes que agradecen esas atenciones vienen de Arabia Saudí, Qatar o de Malasia, aunque la inmensa mayoría son musulmanes que viven en Francia, Reino Unido o Alemania.

España tiene un potencial único para convertirse en un destino turístico receptor de musulmanes. Granada, Córdoba, Sevilla, Toledo… son ya ciudades muy populares para este mercado en pleno crecimiento.

Exportaciones

Exportar a países de mayoría musulmana exige al productor el cumplimientos de determinadas normas internacionales. Además, ciertos países amplían esos requisitos con sus normas propias.

Cientos de productores españoles que se han lanzado a conquistar el mercado musulmán exterior necesitan recurrir al sello “halal”. Las certificadoras negocian constantemente con países musulmanes, a través de sus embajadas en España, para obtener reconocimientos oficiales a sus sellos. Solo con ese reconocimiento por parte del país receptor, un polvorón de Estepa con sello “halal” puede venderse en Emiratos, y una cerveza 0,0 puede entrar en la República de Irán.

Origen marroquí

El musulmán español, mayoritariamente de origen marroquí, también exige productos “halal” cuando hace la compra. Grandes cadenas de alimentación incluyen ya pollos o filetes con sellos “halal”, sobre todo en ciudades donde el porcentaje de musulmanes es alto.

La cadena Covirán cuenta en España con establecimientos en los que no es posible encontrar productos contrarios a la ley islámica. Hasta Burger King se anuncia ya en algunas localidades españolas como “halal”, demostrando documentalmente al interesado que la materia prima de sus hamburguesas ha sido adquirida a cárnicas certificadas y atrayendo, de ese modo, a su establecimiento a los fieles musulmanes.

La Ley 26/1992 establece que “la alimentación de los internados en centros o establecimientos públicos y dependencias militares, y la de los alumnos musulmanes de los centros docentes públicos y privados concertados que lo soliciten, se procurará adecuar a los preceptos religiosos islámicos”. No es un precepto legal que ya haya sido plenamente desarrollado a pesar de los esfuerzos de las federaciones islámicas por implementar la medida.

Dinas de plata y oro

Es evidente que, allá donde se constituya una comunidad islámica, proliferan enseguida los comerciantes de productos dirigidos casi en exclusiva a los musulmanes. El caso más llamativo, tal vez, sea el de Granada.

Allí, una de las comunidades islámicas establecidas, la de la Mezquita Mayor, en el Albaicín, acuña y ha puesto ya en circulación monedas de dinar de plata y oro para transacciones comerciales entre sus fieles. “Representan la libertad económica del individuo y una vuelta a las transacciones comerciales honestas y sin intereses”, destacan al respecto en su página web.

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