La imputación de la hija de Javier Rojo cambia el discurso del presidente del Senado sobre sus vacaciones

A Javier Rojo, el socialista vasco que preside el Senado, siempre le ha gustado alardear de su casa en Estepona, hablando de ella a diestro y siniestro como lugar único y previsible retiro para su edad provecta. Sin embargo, desde que su hija fue investigada por corrupción en su calidad de coordinadora de urbanismo del municipio malagueño, Rojo ya no pronuncia en público la palabra maldita, “Estepona”. A las preguntas sobre su veraneo, en las que antes siempre se explayaba sobre su casa, ahora sólo responde con un escueto “muy bien, por ahí”.

 

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