Botín decidió la ampliación de capital el domingo por la tarde, con un muy reducido equipo de su confianza
La ampliación de capital aprobada por el Banco Santander, y que en los corrillos de la Bolsa se asegura que será un éxito, ha provocado algún enfado en los otros bancos, sobre todo de los principales competidores, como puede ser el caso de BBVA.
Le cuentan a El Chivato que algunas de esas entidades pensaban hacer lo mismo, aunque ahora, para la galería, critiquen la decisión.
Emilio Botín tomó la determinación el domingo por la tarde, junto con un reducido equipo de su máxima confianza, un plan que sólo dos de sus colaboradores conocían profundamente.
El montante de la ampliación coincide exactamente con las compras que ha realizado el Grupo Santander en bancos de otros países. Hay que añadir a esa cantidad los famosos bonos convertibles en acciones, donde, por cierto, hay quien jura en arameo porque se valoraba la acción del Santander y ahora ha bajado todavía más. Cuentan que el mosqueo ha motivado vocablos gruesos en algún restaurante de postín. Y se suma también, para abonar las compras, la venta de la Ciudad Financiera.
Algunos analistas comentan que el banco tiene un esquema de toma de decisiones propio de la velocidad de la gacela, o incluso del salto del lince. Y también que Emilio Botín es el monstruo eficaz del Santander, al estilo de lo que fue durante muchos años -con otro talante, por supuesto- Luis Valls en el Popular.
