Gallardón decidió no abrir al público aparcamientos subterráneos de la M-30 para evitar tentaciones de los terroristas

La inmensa obra pública que significa el soterramiento de la M-30, que tantos disgustos ha causado a los madrileños y que ahora sin embargo es motivo de satisfacción, ha proporcionado un buen puñado de votos al ratificado alcalde, Alberto Ruiz Gallardón. Sin embargo, hubo una preocupación más, poco conocida.

Una de las inquietudes en el equipo cercano a Ruiz Gallardón se centró en que, dada la simbología de estas obras, la circunvalación madrileña pudiera convertirse en objetivo del terrorismo, al igual que sucedió con la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas, elegida por ETA precisamente por su carácter de obra representativa.

Así que ha habido prevención ante la posibilidad de que los terroristas, en caso de querer protagonizar un atentado parecido, se decantaran por algunas de las instalaciones, y sobre todo túneles, de la M-30.

Le cuentan a El Chivato que, por ese motivo, Ruiz Gallardón decidió que unos cuantos nuevos aparcamientos subterráneos que se han habilitado junto a la M-30, aprovechando las obras, permanecieran cerrados, sin abrir al público, precisamente para evitar un plan del estilo del que se aplicó en Barajas, es decir, depositar allí algún vehículo con explosivos para hacerlo estallar.

Los aparcamientos han estado sin abrir hasta que han terminado la campaña electoral y las votaciones.

 

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