Girauta, ministro de Educación

El pleno del Congreso, el martes pasado, fue de lo más movido, entre unas acusaciones y otras. Hubo de todo: críticas del PSOE a Catalá por proponer una juez “homófoba” para el Tribunal de Derechos Humanos, reproches a Montoro por no haber presentado los Presupuestos a estas alturas, y palos de Iglesias a Rajoy por liderar –dijo- un partido “corrupto”.

En medio de estas diatribas, Ciudadanos sacó a colación un tema de rabiosa actualidad: la inmersión lingüística en Cataluña y la obligación constitucional del Gobierno de garantizar la enseñanza en castellano.

El debate fue intenso. Juan Carlos Girauta y el ministro Íñigo Méndez de Vigo se lanzaron el uno al otro duros envites.

Incluso hubo un momento de cierta tensión: cuando replicaba al diputado naranja, Méndez de Vigo levantó el brazo para enfatizar su argumento… y casi golpea, literalmente, la cara de Girauta, cuyo escaño estaba situado justo detrás del ministro.

El Chivato ha escuchado de algunos parlamentarios que las pugnas entre ambos son sólo la punta del iceberg de una relación mal avenida: Girauta considera que Méndez de Vigo es un buen diplomático, pero en cambio pone en duda su trabajo al frente de Educación.

Es más, le cuentan a El Chivato que la enseñanza es una de las mayores preocupaciones de Girauta. Y que su aspiración, en un futuro Gobierno, sería ocupar la cartera que hoy está en manos de Méndez de Vigo. Ser ministro de Educación.

Es tema recurrente de conversación del diputado naranja lo que llama la “revolución educativa”, única que a su juicio debe hacerse en España dado que la mala calidad de la enseñanza es uno de los problemas más graves del país.

 

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