Los nervios de Otegi en la Audiencia Nacional y el incidente con algunos acusadores

Arnaldo Otegi llegó al interior de la Audiencia Nacional visiblemente nervioso. Así se lo cuentan a El Chivato personas que le vieron dentro. Instantes antes se habían producido los incidentes en la calle, con el grupo de ultraderechistas que le esperaba y le insultaba, a los que el portavoz batasuno respondió con el puño cerrado en alto. 

Ya en el interior de la Audiencia, en una antesala, estuvo esperando, junto con los tres abogados de Batasuna que le acompañaban, aunque a la vista únicamente entraría Jone Goirizelaia. En esa dependencia se encontraban también los abogados de la acusación particular, es decir, de la AVT y de Dignidad y Justicia. 

En esa sala se produjo un incidente, cuando entraron también los dirigentes de Dignidad y Justicia, Daniel Portero y Sonsoles Arroyo. Otegi, nervioso, se dirigió al policía nacional para decirle que esas personas no tenían derecho a encontrarse allí, y que los desalojara. La respuesta fue que sí tenían derecho, al pertenecer a la acusación particular. Lo mismo le dijo Goirizelaia. 

Otegi habló unos instantes con su abogada, mezclando el euskera y el castellano, y a Goirizelaia se le escuchó recomendarle “tranquilidad” más de una vez. 

Iniciada la vista ante el juez Grande Marlaska, le cuentan a El Chivato que Otegi no quiso responder a ninguna de las preguntas del magistrado, ni de la acusación particular, ni del fiscal. Se limitó a soltar una parrafada con estas tres ideas, en castellano: 

1. Existe un conflicto vasco. 

2. Estamos ahora en un proceso de pacificación. 

3. Todos hemos de ser responsables. 

Acabado el interrogatorio, tuvo otra intervención, en el mismo sentido que la primera. Otegi se mostró amable en la sala, sin levantar la voz en ningún momento. Tampoco mostró un semblante duro ni mirada amenazadora. 

 

Personas presentes en las dependencias cuentan a El Chivato que, en esos momentos, veían al portavoz batasuno “bastante mal”. 

Grande Marlaska tiene por costumbre no interrumpir a los declarantes, y tampoco lo hizo cuando Otegi soltó su parlamento inicial. El juez se había preparado a fondo las preguntas que quería formular. Lo hizo tranquilamente. Por el tipo de preguntas, por cómo las había trabajado, los allí presentes concluyeron ya en esos momentos que la intención del magistrado era dictar la prisión. 

El juez pidió que se registrara todo, preguntas y respuestas, de una forma textual, algo que no suele ser usual, porque lo que se refleja en las actas suelen ser resúmenes de lo dicho en la sala. En este caso, pidió la textualidad, mediante un taquígrafo. 

El fiscal rebajó su petición, pidiendo una fianza de 100.000 euros para la puesta en libertad, y que compareciera en comisaría todos los días. La acusación particular mantuvo su petición, argumentando que, si la anterior fianza, de 400.000 euros, no había servido para evitar los incidentes en la huelga general, lo adecuado era el ingreso en prisión. 

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