Cierra el bar de guardias civiles por la despedida de la hija del general

Jura de bandera de la Guardia Civil.
Jura de bandera de la Guardia Civil.

Los bares de los cuarteles de la Guardia Civil en el País Vasco han sido en más de una ocasión foco de polémica. Cuando ya habían pasado varios años desde que ETA declarara el “cese definitivo” del terrorismo, el Instituto Armado mantenía en ellos una costumbre procedente de los “años de plomo”.

En vez de externalizar el servicio de restauración (por miedo a la infiltración de pro etarras), el cuerpo dedicaba varios agentes a atender las cantinas y hacer de camareros, lo que en su día provocó quejas de asociaciones profesionales, que lo consideraban un desperdicio de efectivos.

En Vizcaya, varios de esos bares se han cerrado en los últimos años, como los de los puestos de Guernica y Baracaldo. Sin embargo, permanece el sistema de guardias civiles-camareros en la Comandancia provincial, en Bilbao.

El Chivato ha podido saber que el pasado lunes los guardias civiles de la comandancia vivieron una situación llamativa, a cuenta de ese bar. En torno a las diez de la mañana, quienes se acercaron a la cantina reservada a los agentes (hay otra de oficiales y otra para suboficiales) se encontraron con el aviso de que el espacio permanecería cerrado durante unas horas, que al final fue toda la mañana.

¿Cuál fue el motivo del cierre? Según revelan desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles, los mandos ordenaron a los efectivos que atienden el bar de agentes que cerraran y que fueran al bar de oficiales para atender un acto que desde AUGC califican de “privado”.

Se trataba de un homenaje a una teniente, hija de un general de la Guardia Civil, que se traslada desde la Comandancia de Vizcaya a otro destino.

Un par de guardias, por tanto, tuvieron que hacer de camareros y cocineros en el bar de oficiales para esa fiesta de despedida, que incluyó la preparación de una comida especial para los asistentes.

Desde AUGC están consultando con abogados si presentan una queja contra este “acto clasista y trasnochado”, que supone disponer a capricho de un funcionario para “fastos privados de los oficiales”, y además cerrar el servicio de bar para el resto de agentes.

 

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