Las comprometidas fotos de José Blanco vuelven a circular

Son unas fotografías que, según personas que han podido verlas, pueden resultar muy comprometedoras para José Blanco. Se tomaron en el verano de 2011, en su chalet de Las Rozas, y desde entonces el socialista no ha podido controlarlas. Ahora están volviendo a circular por algunos medios.

Lo que ocurrió aquel caluroso mes de agosto en el interior del chalet del entonces todopoderoso Blanco fue desvelado por El Confidencial Digital hace ahora un año. El entonces portavoz del Gobierno organizó una fiesta en su domicilio y acompañó a sus invitados a darse un baño en la piscina. Fue entonces cuando se produjo el embarazoso momento y se tomaron las fotografías.

En el chalet también se encontraban Jorge Alarte y una tercera persona, que en el momento del chapuzón abandonó la vivienda de José Blanco sin decir nada. Antes de hacerlo, había tomado las imágenes con su teléfono móvil.

Este tercer invitado intentó, hace ahora un año, vender estas comprometidas fotografías del ex ministro de Fomento a varios medios de comunicación. Entre otros, ofreció las instantáneas a El Mundo, Interviú y alguna televisión.

Pero no tuvo éxito y, por aquel entonces, todas las redacciones a las que ofreció las imágenes le dijeron ‘no’.

Pues bien, según le cuentan a El Chivato, este invitado y antiguo amigo de José Blanco ha vuelto a la carga. Un año después, está ofreciendo de nuevo las imágenes del socialista a algunas redacciones. Quienes le conocen aseguran que quiere aprovechar la vuelta del ministro a los titulares (por el caso Campeón, a punto de resolverse, y por la operación de desembarco en el PSdeG) para hacer caja con su exclusiva.

De momento, según personas que conocen sus planes, tampoco está teniendo éxito y todos los medios con los que ha contactado han rechazado su oferta.

El contenido de las famosas fotografías sigue siendo una incógnita. El propio Pedro J. Ramírez ofreció alguna pista en una carta del director que publicó el 30 de octubre de 2011. Esto fue lo que escribió el director de El Mundo:

“-- Un amigo mío estilista me llamó apenas se difundió el vídeo [editado por el PSOE y que ridiculizaba al PP] para contarme una curiosa historia que comenzó el año pasado cuando coincidió con el ministro de Fomento en una tienda de ropa. Blanco le abordó muy amable y pegaron la hebra de la conversación. A los ministros, como a los periodistas, nos conviene ampliar el perímetro de nuestras relaciones para salir de la endogamia en que vivimos. Blanco tuvo buen ojo porque mi amigo -percha espléndida al margen- es simpático, inteligente y con criterio sobre casi todo.

 

-- El ministro le preguntó sobre su situación laboral y cuando le dijo que estaba en el paro, prometió conseguirle un trabajo en alguna producción de Telecinco. Almorzaron o cenaron un par de veces. Pensando tal vez en captarle para su causa, el vicesecretario del PSOE organizó una noche en su casa de Las Rozas un encuentro con el líder del socialismo valenciano Jorge Alarte. Mi amigo no ha olvidado aquella velada de alto voltaje político.

-- Era verano, hacía calor. Alarte se dio un chapuzón en la piscina. Llevaba un traje de baño muy original. Blanco estaba de buen humor y ejercía de báculo político del valenciano. La sintonía entre ellos no podía ser más estrecha. A la hora de la cena repasaron la escena nacional desde la perspectiva del PSOE. Blanco estaba entusiasmado con la candidatura de Trinidad Jiménez a las primarias de Madrid y el otro hacía de palmero. Mi amigo les echó un jarro de agua fría comentando que esa mujer pretendía dar una imagen que no se correspondía con su verdadera personalidad y se le notaba mucho. Blanco y Alarte despellejaron a Pajín y lanzaron pullas contra Carmen Chacón. Su ídolo era ya Rubalcaba. ¿Maniobrero y peligroso? No, hombre no, eso piensan los que no le conocen…

-- “Parecían dos chiquillos de catorce años, haciendo planes. Oyéndolos hablar así se me cayó el alma a los pies, el nivel era bajísimo. Pensé que en qué manos estamos”. Era la decepción del ciudadano de a pie al asomarse a las miserias de la clase gobernante. Mi amigo había leído con atención las recientes informaciones de Casimiro García-Abadillo, y tanto la escena de la gasolinera con Dorribo con su do ut des –‘Si tú te portas bien conmigo, yo me portaré bien contigo…’-, como el momento en que Blanco hace una llamada para resolverle a Orozco un problema en el aeropuerto de El Prat le han recordado cosas que oyó plantear al titular de Fomento en relación a asuntos de naturaleza diferente.

-- Pero la escena que se le quedó especialmente grabada y ha aflorado ahora con una mezcla de estupor e indignación en su memoria fue el momento en que Blanco le enseñó orgulloso una fotografía. Estaba en el salón-comedor de la planta baja sobre una cómoda junto a la chimenea, rodeada de imágenes del ministro con diversas personalidades. Tenía el marco marrón y mostraba a dos niñas vestidas de ballet. “¿Son tus hijas?” “Sólo ésta, la otra es la hija de Genoveva Casanova. Van juntas al Británico”.

Ya entonces mi amigo se quedó atónito al comprobar lo ufano que se sentía el prohombre socialista de que su familia hubiera podido entablar relación, a través de las niñas, con la ex de Cayetano Martínez de Irujo. “Ha venido a casa alguna vez. Es elegante, simpática, muy culta…”.

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