El correoso “operador número 1” de Cepsa

Fachada de la Torre Cepsa en Madrid.
Fachada de la Torre Cepsa en Madrid.

Martes 28 de junio. Diez y media de la mañana. Los trabajadores de Cepsa, ubicados en la Torre Foster de Madrid, reciben un aviso del equipo de seguridad. Deben abandonar el edificio de inmediato. La evacuación debe realizarse de forma ordenada y manteniendo la calma en todo momento. La orden se transmite a todas las plantas donde trabajan las más de 1.500 personas que ocupan el edificio.

La situación crea una enorme confusión entre algunos empleados. Comienzan las especulaciones: lo primero que piensan es que se trata de una amenaza de bomba.

La hipótesis de un ataque terrorista comienza a extenderse y llega incluso a las redacciones de algunos periódicos, como es el caso de El Confidencial Digital. Rápidamente, los redactores intentan contrastar esa circunstancia.

Un empleado que trabaja en las inmediaciones se asoma por la ventana de su edificio y realiza una confirmación visual: efectivamente, a las puertas de la Torre Cepsa hay una gran aglomeración de personas. La gente está saliendo por las puertas del edificio. El siguiente paso era hablar por teléfono con fuentes oficiales de la compañía.

Al otro lado de la línea, según pudo escuchar El Chivato, un profesional de Cepsa se identificó como “operador número 1”. Cuando el periodista le requirió su nombre para dirigirse a él, se negó a facilitarlo: “Insisto, soy el operador número 1”, repitió.

El periodista explicó que se trataba de calibrar la fiabilidad del interlocutor, un procedimiento habitual cuando se llama a organismos, empresas o instituciones. No hubo manera. El teleoperador se resistía a dar su nombre: “Puedo negarme porque me ampara la Ley de Protección de Datos. Soy el operador número 1”.

La conversación se zanjó cuando el periodista fue emplazado a ponerse en contacto más tarde con la compañía. En ese momento se le ofrecerían más detalles. No quiso explicar, en ningún momento, lo que estaba sucediendo.

Al final, todo quedó en un malentendido. Se trataba de un simulacro. Se debía probar el protocolo de evacuación de la torre, en caso de emergencia. Algunos trabajadores despistados, que no se habían enterado de la operación, provocaron el nerviosismo en la zona norte de Madrid.


 

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