La extraña ‘no dimisión’ del extraño Gómez Benítez y la batalla contra el CGPJ por el caso Garzón
Contó El Confidencial Digital que el Grupo Prisa se ha declarado en pie de guerra para impedir el procesamiento de Baltasar Garzón (ver noticia). Y se apuntó que, en consecuencia, no pocos jueces y algunas altas instancias judiciales, como el Tribunal Supremo y el Consejo del Poder Judicial, iban a verse bombardeadas. Los hechos lo van demostrando día a día.
Le apuntan a El Chivato, desde ámbitos judiciales, que la dimisión de José Manuel Gómez Benítez, aireada en portada ayer por El País, hay que ubicarla en esa batalla, incluyendo el uso del término “mercadeo” para hablar de los nombramientos del CGPJ, y el ataque a Margarita Robles (que ha apoyado al juez instructor Varela en sus actuaciones contra Garzón). Y le hacen notar un matiz: ha dimitido, pero no del Consejo del Poder Judicial, del que sigue siendo vocal, sino sólo de la Comisión de Calificación.
La mediática decisión de Gómez Benítez (la frase “no quiero ser la lavadora del Consejo” se califica de intencionadamente pensada) se suma a una sorprendente trayectoria del vocal del CGPJ. Siendo catedrático de Derecho Penal en la Carlos III, y al parecer en contra de la opinión de Peces Barba, se incorporó a última hora a la acusación en el caso de las jubilaciones millonarias pagadas por el Santander a Amusátegui y Corcóstegui, que se vio en la Audiencia Nacional. Es amigo de Baltasar Garzón y, sobre todo, uno de los negociadores del Gobierno con ETA durante la tregua.
Según contó en su día Ángeles Escrivá, en El Mundo, Juan Manuel Gómez Benítez se incorporó en octubre de 2006 a Juan Manuel Eguiagaray y Javier Moscoso como enviados del Gobierno para las conversaciones con la banda terrorista, negociaciones que continuaron en la primavera de 2007, cuando ya la tregua estaba rota porque se había producido el atentado de la T-4.
Pero más relevante es que, según otra información, Gómez Benítez esgrimió ante ETA el “chivatazo” del bar Faisán como un gesto de buena voluntad del Gobierno, que demostraba su sincera voluntad de negociar. Y el sumario del “chivatazo” ha acabado en manos de su amigo Baltasar Garzón.
