Lo que les faltaba a los rastreadores: muchos ciudadanos creen que sus llamadas son una broma

No está bien cotizado ser rastreador en tiempos de Covid-19. Los llamados rastreadores están realizado una labor encomiable para evitar que el coronavirus se propague. Siguen la pista de todos los contactos que pudo tener una persona que ha dado positivo en los últimos días y comunican su deber de recluirse sin salir de casa.

Una tarea que ya de por sí es difícil, pero que se complica aún más con algunas respuestas de los ciudadanos. 

Además, los centros de salud también están jugando un papel fundamental en esta segunda ola del virus. El pasado mes de marzo estos centros se cerraron para evitar saturar a los médicos y el colapso de los recintos. Pero a partir de verano los médicos de atención primaria están multiplicando sus esfuerzos para atender, no solo los casos de Covid-19, sino también para realizar test PCR y dar salida a las citas por dolencias, enfermedades comunes y cualquier consulta de los pacientes. 

En este escenario, ha tenido lugar un incidente especialmente gráfico que El Chivato ha podido conocer. Uno de los médicos de un centro de salud estaba realizando llamadas. Porque en esto consiste ahora gran parte del trabajo de los rastreadores: en telefonear constantemente. Pero las respuestas son de lo más variopintas. En una de estas llamadas, el sanitario trataba de recordar a una paciente que tenía una cita pendiente. Sin embargo, ella solo se reía y se negaba a cooperar. 

La señora creía que era una broma que algún conocido le estaba gastando y el sanitario no conseguía convencerla de lo contrario. Finalmente, se dio por vencido y escribió en el estadillo: “la paciente niega tener cita. Cree que la llamada es una broma de un conocido y no consigo convencerla de lo contrario”.  Es el duro trabajo de ser un rastreador en estos días extraños.

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