Pedro Sánchez volvió a jugar al “win-win” en Europa

Pedro Sánchez, en un acto del SPD en Alemania.
Pedro Sánchez, en un acto del SPD en Alemania.

Pedro Sánchez ha sido, junto a Angela Merkel y Emmanuel Macron, protagonista principal en la negociación entre los gobiernos comunitarios y las llamadas “familias europeas” para renovar los principales cargos de la UE.

Como se contó en estas páginas, una de las prioridades de Moncloa es que el propio Pedro Sánchez sustituya como líder de Europa a Angela Merkel, cuya retirada de la política está prevista para 2021. Y, con ese objetivo en mente, el presidente español se ha implicado de lleno en las conversaciones al más alto nivel que se han producido en las últimas semanas.

La oportunidad para empezar a hacerse un nombre en Europa era relevante y, por ese motivo, el gabinete de Sánchez no dejó nada a la improvisación. Según le cuentan a El Chivato fuentes de Moncloa, el presidente ha vuelto a aplicar en Bruselas, la estrategia del “win-win” que ya le ha llevado al éxito en otras ocasiones.

Esa estrategia consiste en llevar a cabo una reivindicación, o un proyecto, hasta sus últimas consecuencias, pero de tal forma que, tanto si sale adelante como si no, el resultado siempre es una victoria o una ventaja.

Aplicó esa fórmula en la tramitación de los Presupuestos del 2019, cuando utilizó el veto de “las derechas y los independentistas” como argumento electoral; y también con la candidatura de Miquel Iceta al Senado: al no salir adelante, pudo volver a marcar distancias respecto a JxCAT y ERC y logró un golpe de efecto posterior al designar a dos catalanes -Manuel Cruz y Meritxell Batet- para presidir ambas Cámaras.

En la negociación de los cargos comunitarios, Sánchez se erigió como líder de los socialistas europeos, defendiendo hasta la extenuación la candidatura de Frans Timmermans a la Comisión. Logró, además, una alianza con Macron que forzó a Merkel a renunciar a la candidatura de Weber y apostar por el aspirante del Partido Socialista Europeo.

Con esas cartas sobre la mesa, Sánchez se aseguró ya una victoria en cualquier posible escenario: si el Partido Popular Europeo aceptaba a Timmermans, él saldría como el gran triunfador de la negociación. Y, si no, se aseguraba uno de los llamados “top jobs” -”puestos principales”- de la UE, para Josep Borrell.

El Partido Popular Europeo, finalmente, no fue tan flexible como la canciller alemana y quiso hacer valer su victoria en las elecciones de mayo. La elegida para presidir la Comisión ha sido la ministra de Defensa alemana, Ursula Von der Leyen.

A cambio, Sánchez consiguió para Borrell el puesto de Alto Representante de la UE, el cargo que quería para el ministro desde el primer momento; y, además, que la presidencia del Parlamento Europeo sea para un socialista: el italiano David Maria-Sassoli.

 

Los socialistas europeos se han llevado dos de los cinco cargos principales de la Unión. Al PPE ha correspondido la presidencia de la Comisión; y para los liberales de ALDE ha sido la presidencia del Consejo, con el belga Charles Michel al frente. La elección de la francesa Cristine Lagarde para el BCE ha dejado también contentos a Macron y Merkel.

Sánchez, por tanto, ha vuelto a hacer buena la estrategia del “win-win”, buscando una victoria con la candidatura de Timmermans que, al no conseguirse, le aseguraba otro importante éxito internacional: volver a situar a un español al frente de la diplomacia europea, algo que no pasaba desde hace diez años, tras el cese de Javier Solana en ese cargo.

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