A Pedro Sánchez le viene bien que Yolanda Díaz ‘demonice’ a los empresarios

Yolanda Díaz ha arrancado el curso político con un tono muy beligerante contra la patronal, hasta el punto de haber convertido ese enfrentamiento en un discurso diferenciador, con el que pretende abrirse el nuevo espacio político que busca liderar. 

Ha sorprendido el tono agresivo que empleó cuando apoyó explícitamente las movilizaciones de los sindicatos contra los empresarios para reclamar subidas de los salarios. Y, más recientemente, cargó contra ellos por -dijo- “no estar a la altura”. 

El Gobierno ha comenzado a preparar el terreno de cara a las nuevas medidas de recorte energético que podrían llegar a necesitarse en los próximos meses, con mensajes como: “Vamos a tener un invierno duro”, “Va a haber mucho sufrimiento, no sólo en Ucrania”, “Todos tenemos que arrimar el hombro”. 

Son advertencias que el propio Pedro Sánchez ha lanzado varias veces en las últimas semanas, y lo volvió a proclamar en el debate en el Senado con Alberto Núñez Feijóo, aunque en este caso negando que vayan a sobrevenir situaciones dramáticas como cortes de gas, apagones, carestía, etc.

El Chivato ha escuchado a altos cargos de Moncloa que el presidente ha llegado a la conclusión de que “le conviene” que sea Yolanda Díaz (y no él) quien ‘demonice’ y señale públicamente a los empresarios, para, si en el futuro las cosas se ponen especialmente mal, poder echarles la culpa de la profunda crisis económica que se avecina. 

Sánchez ha afirmado públicamente que su Gobierno es “muy incómodo para determinados poderes económicos” que “tienen sus terminales políticas y mediáticas”, aunque añade que no van a conseguir “quebrar” al Ejecutivo pese a que “se le golpea mucho”. Y les ha conminado directamente a “arrimar el hombro”.

Hay que recordar que el jefe del Ejecutivo ha ido buscando distintos pretextos en los últimos meses para eludir sus responsabilidades en la gestión de la crisis. 

Ha culpado a Vladimir Putin y la invasión de Ucrania del alza de los precios y de la precaria situación de distintos sectores en España, pero también se ha escondido en la erupción del volcán de La Palma, en la pandemia e, incluso, en la tormenta de arena que sorprendió a todo el país a mediados de marzo.