El anuncio de pérdidas de la ONCE, que cuenta con un notable patrimonio, “empujón” para agilizar las ayudas del Gobierno

La ONCE comunicó hace un par de semanas que el ejercicio económico del año 2005 terminará en números rojos. La noticia sorprendió en ámbitos económicos e institucionales, al tratarse de una entidad tan poderosa.

La ONCE comunicó hace un par de semanas que el ejercicio económico del año 2005 terminará en números rojos. La noticia sorprendió en ámbitos económicos e institucionales, al tratarse de una entidad tan poderosa. La noticia cogió por sorpresa, porque, aunque se conocía que los sorteos estaban perdiendo tirón, no había sensación de que existieran riesgos de pérdidas, que además es la primera vez en su historia que va a ocurrir. El análisis en medios económicos es que el anuncio puede resultar alarmista en exceso, en la medida en que la Organización Nacional de Ciegos es hoy en día un poderoso “holding” empresarial, que tiene en propiedad un importantísimo patrimonio. Con lo que esas pérdidas previstas —de quererlo- no supondrían el menor problema y podrían ser solventadas con cierta facilidad. La impresión que se recibe es que la ONCE se apresuró a hablar de números rojos como un procedimiento para agilizar las ayudas que tienen solicitadas al Gobierno, en forma de nuevos sorteos y nuevas condiciones, que remedien la cauda de los actuales juegos. Además, ello daría mejor cobertura política y de opinión al propio Gobierno (en este caso, el Ministerio de Trabajo, de Jesús Caldera, que ostenta el Alto Patronazgo) cuando tome esas decisiones.

 

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