El PP hurga en la crisis de Vox: “Abascal le hizo ‘un Olona’ a Rajoy”

El líder de Vox, Santiago Abascal (i) y el portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros.

Un nuevo terremoto político ha sacudido en las últimas semanas al bloque de la derecha, pero esta vez el PP celebra que “nos ha tocado ver los toros desde la barrera”. El desafío de Macarena Olona ha abierto la primera gran escisión interna en Vox con el PP crecido en las encuestas.

Mientras tanto, Génova se frota las manos. La crisis que acabó con la carrera política de Pablo Casado se encuentra demasiado reciente como para haber olvidado las consecuencias políticas de las luchas internas de poder.

El objetivo de la mayoría que se ha propuesto lograr Alberto Núñez Feijóo pasa no solo por sacarle votos al PSOE desde el centro, sino por absorber de nuevo a los que cambiaron la papeleta del PP por la de Vox.

Por eso, El Chivato ha podido escuchar en la dirección nacional de los populares que todo lo que sean crisis internas en otras formaciones frente a la “unidad y solvencia” que representa Feijóo les favorece.

Hasta ahora, Vox se había presentado como un partido compacto, sin fisuras. Nadie había cuestionado públicamente el liderazgo de Santiago Abascal, ni tampoco sus decisiones.

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Pero ahora hasta él tiene “un verso suelto”. En Génova llegan a comparar las “discrepancias” de Macarena Olona con la dirección de Vox con las que tuvo el propio Abascal cuando abandonó el PP y fundó una formación alternativa. “Abascal ya le hizo un Olona a Rajoy”, recuerdan.

El líder de Vox, que fue diputado por el PP en el País Vasco, dejó su carné en noviembre de 2013, cuando Mariano Rajoy era presidente. Entonces le acusó de “secuestrar” y “traicionar” las ideas del partido y, apenas dos meses después, en enero de 2014, reapareció en la presentación de Vox. En Génova le recuerdan ahora ese movimiento.

Sin embargo, Feijóo ha decidido no atizar públicamente a Vox por sus líos internos, pero sí cree que se beneficiará de su división interna. Es la misma estrategia que siguió Santiago Abascal durante la guerra entre Casado y Ayuso: no quiso hacer sangre, pero se postuló como alternativa a Pedro Sánchez mientras el PP caía en picado en los sondeos.