No hay “verano sin romano” para el ministro de Fomento

José Luis Ábalos, en la toma de posesión como ministro de Fomento.
José Luis Ábalos, en la toma de posesión como ministro de Fomento.

José Luis Ábalos ya tiene su crisis veraniega. Algo que se está convirtiendo en tradición para los ministros de Fomento. En vísperas del puente de agosto, cuando se producen en España el mayor número de desplazamientos por carretera de prácticamente todo el año, su departamento ha lanzado la propuesta de implantar un peaje en las autovías.

La posibilidad de imponer un pago “simbólico” en las vías ahora gratuitas que deslizó Fomento hace unos días ha obtenido diferentes respuestas desde los Gobiernos autónomos.

Desde Andalucía, se ha rechazado completamente la idea tras calificarla de “broma”, mientras que Galicia se ha hablado de “globo sonda” de un gobierno en funciones y ha exigido explicaciones. Los transportistas también han manifestado su rotunda oposición.

En cualquier caso, continúa la tradición: jaleo en verano para el departamento de Fomento. Hace un año, la huelga del taxi colapsó en pleno agosto el centro de ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga…, con el agravante de que sucedía en el epicentro de la campaña turística.

Todo ocurrió menos de una semana después de que Ryanair, la compañía líder de pasajeros en España, dejase tirados a miles de viajeros por una huelga de tripulantes de cabina.

Según le cuentan a El Chivato, estas situaciones empiezan a conocerse ya como ‘el síndrome veraniego del ministro de Fomento’. “No hay ‘verano sin romano’ para ellos”, se le ha escuchado estos días a un miembro del Gobierno. Una expresión habitual entre los estudiantes de Derecho porque Derecho Romano suele ser una de las asignaturas que se les atraganta a muchos de ellos durante el curso y deben prepararla a fondo en los meses de verano para aprobarla en septiembre.

“Lo que pasa que esta vez con las autovías, cuando agosto venía más o menos tranquilo, nos hemos metido nosotros mismos en un charco innecesario”, añade.

Y es que todos los titulares de dicha cartera han visto afectados sus veranos -y en algunos casos sus vacaciones personales- por el estallido de una gran crisis de transporte de viajeros.

En 2017, el ministro Iñigo de la Serna tuvo que organizar un comité de crisis para afrontar los paros del personal de control de pasajeros y equipajes en el aeropuerto de El Prat. A la vez, Fomento tuvo que cancelar 247 trenes por una huelga del ferrocarril.

 

Años atrás, Ana Pastor, vivió un verano caliente por la amenaza de huelga en Renfe que amenazaba con paralizar todo el transporte de viajeros de Alta Velocidad, Media Distancia y Cercanías. Y hay que citar otras crisis como los paros de Vueling en pleno verano y el accidente del AVE de Santiago.

Tampoco el socialista José Blanco tuvo veranos fáciles. En 2010, los controladores aéreos coquetearon con una huelga masiva que el ministro logró sortear in extremis en la mesa de negociaciones. El conflicto no se cerró del todo, llegando a provocar esas próximas Navidades un caos que obligó a cerrar el espacio aéreo español por primera vez en la democracia y a movilizar controladores militares.

Magdalena Álvarez también sufrió otra grave crisis veraniega: el accidente aéreo del avión de Spanair en Barajas, que dejó 154 fallecidos.

Parece claro que, para los ministros de Fomento, los veranos están ‘gafados’.

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