Censura en las redes

Twitter y otras plataformas están cerrando cuentas y eliminando contenido por no comulgar con los valores de la corrección política, debilitando con esa medida el pluralismo

La red social Twitter acaba de censurar la cuenta de Vox para las elecciones catalanas
La red social Twitter acaba de censurar la cuenta de Vox para las elecciones catalanas

Se dice que la verdad es la primera víctima en un sistema totalitario, pero sería más preciso afirmar que es la segunda. La primera es siempre la libertad de expresión porque una sociedad comienza a tambalearse cuando asoma en su horizonte la censura y, para ser francos, los déspotas no tienen ninguna necesidad de armarse con instrumentos legales para zaherir el pluralismo. Es suficiente con instigar miedo.

Hace ya tiempo que los expertos llaman la atención sobre el papel político que se han arrogado las grandes tecnológicas, pero desde que decidieron vetar a Trump y desterrarle de las redes se han convertido en celosas guardianas de la esfera pública, como si su misión consistiera en entregar los salvoconductos para transitar por el mundo virtual. En España, sin ir más lejos, Twitter ha suspendido la cuenta de Vox para las elecciones catalanas.

“Esta sensibilidad que muestran para detectar odios y ofensas ha transformado Twitter y similares en una especie de cancerberos de la salud política, sin que exista mandato popular de por medio”

Lo malo de estos anatemas sociales es la falta de ecuanimidad, ya que suelen siempre afectar a las opiniones que proceden de un lado del espectro político, pero no a las que vienen de la otra dirección. Se sabe, por ejemplo, que estas compañías no han mostrado tanta suspicacia ni susceptibilidad cuando un régimen como el chino, por poner un caso, les exigía plegarse a condiciones no precisamente democráticas. Lo peligroso es que esta sensibilidad que muestran para detectar odios y ofensas ha transformado Twitter y similares en una especie de cancerberos de la salud política, sin que exista mandato popular de por medio.

Cuando la expresión “incitación al odio” se convierte en una cantinela pierde todo su sentido. Hay quien sostiene que estamos viviendo en sociedades neuróticas y da que pensar nuestra manía por criminalizar el pensamiento y las ideas que se separan, aunque sea mínimamente, de las directrices marcada por lo políticamente correcto. En un contexto como el nuestro, toda opinión es un arma y todo ciudadano, una víctima en busca de su ofensa.

El riesgo es confundir el grano con la paja y dar la misma importancia a quien se ofende por una broma, tal vez, de mal gusto, que a quien, desgraciadamente, resulta perjudicado por un delito. Si abrir una puerta y ceder el paso a una mujer se considera machista, se pone en el mismo saco que costumbres más preocupantes e intolerables. En una situación de susceptibilidad visceral es frecuente levantar la voz ante nimiedades y, en cambio, soslayar injusticias mayúsculas.

No merece la pena entrar a discutir el contenido de los mensajes ni de las cuentas que han sido censuradas, ya que la decisión acerca de ellas debería estar en manos de los jueces, que son quienes, en una sociedad madura, gestionan las excepciones a la libertad de expresión. Se encuentra en juego algo mucho más profundo, que tiene que ver con la naturaleza de la esfera pública. Hasta que no nos demos cuenta de que no se puede gestionar Internet como el salón de una casa y de que las compañías de las que estamos hablando han adquirido un inmenso poder sobre nuestras vidas no podremos resolver adecuadamente estos desafíos.

La prensa siempre ha estado sometida a presiones políticas y económicas, pero no podemos comparar lo que han hecho las tecnológicas con la decisión por parte de un periódico de publicar o no un determinado artículo. Si a uno le censuran, puede ir a otro medio. O gritar frente a un ministerio en la calle. Pero lo ocurrido trasciende ese marco, ya que elimina de raíz cualquier posibilidad de disenso.

Más allá de la opinión que merezca Trump o Vox, el fenómeno de la censura debería suscitar nuestra preocupación. En este sentido, The Economist ha señalado que una sociedad democrática no puede dejar las reglas de juego del debate público en manos privadas.

 

Lo sucedido no constituye un hecho aislado, sino el resultado de ese largo empeño por difundir el valor monocromo de la corrección política. Lo primero fue la depuración histórica y el proceso de acendramiento político y cultural de los monumentos, derribando estatuas y extendiendo el oprobio ideológico a épocas anteriores. Después, los planes de estudios, de los que se desterraron obras sospechosas o saberes disidentes a juicio posmoderno. Ahora, junto a la decisión de las tecnológicas de vigilar con escrupulosidad estalinista quién puede hacer o no uso de la palabra, Disney se ha erigido en centinela de la infancia y, en línea con el buenismo endémico, advertirá del contenido ideológicamente sensible de películas como Los aristogatos, Perer Pan o Dumbo. Y ahora que lo pienso habrá quien interprete este artículo como una evidencia de las secuelas que esas películas pueden dejar en el subconsciente.

“Las distopías, desde Un mundo feliz a 1984, nos revelan cómo funciona la maquinaria del poder y que uno de los medios principales que emplea para imponerse es la homogeneidad ideológica”

Eso no significa que no haya límites. Los hay, pero está claro que no debemos imponer una sola manera de entender el mundo, silenciar a quienes piensan de otra forma o excomulgarlos. La esfera pública debe encarnar el pluralismo. Porque no estamos hablando de delitos, sino de opiniones políticas.

Las distopías, desde Un mundo feliz a 1984, nos revelan cómo funciona la maquinaria del poder y que uno de los medios principales que emplea para imponerse es la homogeneidad ideológica. No es difícil de entender por qué, con su habitual astucia, George Orwell señaló que la libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír, lo cual no vendría mal tener en cuenta antes de excluir a quienes no piensan como nosotros del espacio público.

Video del día

Marta Rovira confirma que negocia con Sánchez
un referéndum de independencia para Cataluña
Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato