Día de la Tierra: Una dieta basada en frutas y verduras contribuye a combatir el cambio climático

Antonio Villarroel, director General de ANOVE: “La mejora vegetal es imprescindible para alimentar a 10.000 millones de personas en 2050”

Mercado.
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El 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra para recordar que la Tierra es nuestro hogar y debemos cuidarlo para conservar sus recursos naturales para las futuras generaciones.

En este sentido, cabe recordar que el cambio climático está afectando a la temperatura de la Tierra, debido entre otras razones a la quema de combustibles fósiles que genera emisiones de gases de efecto invernadero que actúan como una manta que envuelve a la Tierra, atrapando el calor del sol y elevando las temperaturas.

Consecuencias negativas para la agricultura 

El sector agroalimentario es uno de los sectores productivos a los que más está afectando pues la agricultura está fuertemente ligada al clima. El calentamiento global, la disminución de las lluvias, el aumento de las temperaturas, la desertificación de los suelos, etc. están afectando directamente a la producción de alimentos tanto en su cantidad como en su calidad, y, por supuesto, sus costes.

Ante esta tesitura, los organismos internacionales se preguntan cómo podrán alimentarse 10.000 millones de personas con los recursos limitados. ¿Existe relación entre nuestra alimentación y el cambio climático? ¿Se puede combatir el cambio climático a través de nuestra dieta?

Antonio Villarroel, director General de ANOVE

“A menudo se cree que el cambio climático se refiere principalmente a un aumento de las temperaturas. Sin embargo, este fenómeno tiene múltiples efectos que van más allá de la temperatura: afecta a la calidad de los suelos, a la escasez de agua, al aumento de plagas y a la aparición de nuevas enfermedades. El cambio climático es una realidad y el 93% de los agricultores lo constata. El clima está cambiando y adaptarse es posible, pero, como toda adaptación, requiere esfuerzo”, explica a ECD Antonio Villarroel, director General de ANOVE (Asociación Nacional de Obtentores Vegetales). 

La desertificación es uno de los problemas que más afecta a la agricultura y España es uno de los países en los que este fenómeno crece de un modo más acuciante; de hecho, se ha convertido ya en el principal laboratorio europeo en el que poder estudiar el cambio climático para aprender a adaptarse a él.

La mejora vegetal, vital para alimentar a la población 

Villarroel está convencido de que “la mejora vegetal” es imprescindible para poder alimentar a 10.000 millones de personas en 2050. 

“Es una actividad imprescindible que consigue mejorar las actuales variedades vegetales y desarrollar otras nuevas por medio de la investigación genética. Gracias a la mejora vegetal se ha conseguido mejorar la oferta de alimentos que se pone a disposición de los consumidores. Son productos con absoluta garantía de calidad y saludables, a precios asequibles”, explica.

“Además, la mejora vegetal ayuda a paliar el hambre en el mundo al aumentar la producción y la calidad de los alimentos. La investigación ha permitido alcanzar resultados más rápidos y aumentar la productividad”, remarca Antonio Villarroel. 

Por ejemplo, la mejora genética ha hecho posibles incrementos de productividad en el cultivo del tomate superiores al 240% en los últimos 50 años. En 1970, la productividad media del tomate en España se situaba en 25 toneladas por hectárea, mientras que en 2018 se alcanzaron 85 toneladas por hectárea. 

También, gracias a la mejora vegetal, Europa ha podido producir 53 millones de toneladas más de cereales y se han generado alimentos adicionales para 168 millones de personas: “son tantos como para poder alimentar a las poblaciones de Francia, Alemania y Países Bajos”, señala el director general de ANOVE. 

¿Por qué los alimentos ahora duran más tiempo? 

“Por la mejora vegetal”, afirma Villarroel.“Los obtentores vegetales han invertido en mejorar la vida útil de los alimentos para así combatir el desperdicio”, añade. 

Y es que, durante el año 2020, los hogares españoles tiraron a la basura 1.364 millones de kilos/litros de alimentos, una media de 31 kilos/litros por persona según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Esto supuso una pérdida de 250 euros por persona. El 7% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero procede del desperdicio alimentario. 

Otra de las ventajas de la mejora vegetal es que ya no deberíamos hablar de alimentos de temporada

“Los obtentores vegetales han contribuido enormemente a la disponibilidad de productos sanos y nutritivos, que tienen una vida útil larga y que están disponibles todo el año. Así, por ejemplo, gracias a la mejora vegetal de la mandarina se ha podido extender el periodo de cosecha. Si antes abarcaba desde noviembre hasta marzo, ahora, gracias a las nuevas variedades, se puede disponer de mandarinas desde septiembre hasta finales de abril o principios de mayo. Este nuevo periodo de producción permite llegar antes a los mercados de exportación y también permanecer más tiempo en ellos. Por eso, la Comunidad Valenciana es la mayor exportadora de mandarinas del mundo”, explica Villaroel. 

Frutas y verduras para combatir el cambio climático 

Por esta razón, una dieta basada en frutas y verduras contribuye a combatir el cambio climático. El director general de ANOVE lo explica: 

“Los alimentos que provienen de fuentes vegetales, tales como frutas y verduras, por lo general requieren menos energía, tierra y agua para su producción. Además, en comparación con los alimentos de origen animal, estos alimentos tienen una menor huella de carbono, ya que generan una menor cantidad de gases de efecto invernadero. Según un estudio realizado en 2021 por investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara las dietas basadas en frutas y verduras podrían contribuir a reducir hasta en un 17% las emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos. Teniendo esto en cuenta, según la ONU, para frenar el cambio climático hay que adoptar una dieta más sostenible que incluya más verdura y desperdiciar menos alimentos”. 

Beneficios en el trigo, maíz y tomate 

Las aportaciones de la mejora vegetal resultan fundamentales para producir de modo sostenible y para poder alcanzar los objetivos que la UE se ha fijado a través del Pacto Verde Europeo.

Un informe elaborado por el InstitutCerdà detalla los beneficios medioambientales que la mejora vegetal ha aportado en diferentes cultivos (trigo, maíz, tomate y arándano). Las principales conclusiones del informe sobre las aportaciones de la mejora vegetal son: 

Permite reducir el uso de fertilizantes y fitosanitarios. La mejora vegetal ha tenido un papel crucial en la disminución del consumo de fertilizantes, al dar lugar a variedades que absorben mejor los nutrientes y a disminuir el empleo de fitosanitarios. 

Tomate y maíz.Así, en el tomate, por ejemplo, la mejora vegetal permitió ahorrar más de 375.000 toneladas de fertilizantes y 1.715.000 kg de fitosanitarios entre 2011 y 2016. También en el cultivo del maíz las aportaciones de la obtención vegetal han ayudado considerablemente al entorno medioambiental, pues solo entre 2011 y 2015 permitieron que se ahorrarán más de 614.000 kg de fitosanitarios. 

Ahorra energía. Los cambios introducidos por la mejora vegetal ahorran consumo de la energía necesaria para producir los cultivos. Por ejemplo, en el caso del trigo blando, la mejora vegetal ha supuesto un ahorro de total de energía de 1.100 millones de MJ/anuales lo que equivale al consumo de energía de 30.700 hogares durante un año. 

Ahorra agua. Gracias a la mejora vegetal se ha conseguido reducir el consumo de agua. Así, en el cultivo del tomate, se ahorraron 413 millones de m3 en el periodo 1990-2017. También gracias a la mejora vegetal pudo reducirse el consumo de agua necesaria para producir maíz, concretamente 19,3 millones de metros cúbicos anuales, lo que equivale al consumo de una ciudad de 372.000 habitantes. 

Menos emisiones de gases efecto invernadero. Las emisiones están asociadas, principalmente, al consumo energético. Se calcula que gracias a la innovación vegetal en las variedades de trigo se ha evitado verter a la atmósfera 96.600 toneladas de CO2 cada año, lo que representa una cantidad similar a las emisiones anuales de 57.000 coches. 

Ahorra tierras de cultivo y se disminuye la deforestación. El incremento de la productividad ha permitido reducir las tierras de cultivo y la deforestación. Gracias a este incremento, se puede producir más con menos. 

Algunos datos del cambio climático en España 

● En las tres últimas décadas la temperatura ha aumentado 1 grado y medio y va a seguir aumentando. Las consecuencias de este incremento están siendo ya evidentes y dramáticas. 

● Los años más calurosos registrados en nuestro país se concentraron todos durante la última década: 2011, 2015 y 2017. 

● 2019 fue el quinto más cálido de los últimos 70 años; el verano pasado, el más cálido del siglo. 

● El 74% del territorio nacional va a convertirse en zonas áridas, semiáridas y secas. Eso son 37 de los 50 millones de hectáreas, según las previsiones del Ministerio de Agricultura. 

● Nada menos que entre el 75% y el 80% de la superficie de España está en riesgo de convertirse en desierto a lo largo de este siglo. 

● De las 10 cuencas hidrográficas con mayor estrés hídrico de Europa, 7 se encuentran en España, según la Agencia Europea del Medio Ambiente. Teniendo esto en cuenta, los efectos directos del cambio climático sobre la tierra se pueden concretar en: aumento de temperaturas; veranos más largos, más secos y calurosos; frecuencia de eventos climáticos extremos, como olas de calor y largos periodos de sequías, que se alternarán con episodios de precipitaciones desmedidas; más erosión y salinidad, más variaciones estacionales, aparición de nuevas plagas y enfermedades.

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