A la FIRS, que rechaza por 2ª vez la absurda pretensión de una selección de patinaje propia para Cataluña

Se puede ser nacionalista y defender la propia identidad. Pero de ahí a reclamar una selección propia para una región hay un trecho. Precisamente aquel que delata el deseo inequívoco de conformar otro país. Y ese nacionalismo radical, además de insolidario, es mezquino. Por eso parece acertada la decisión de la FIRS que ha infligido a la Federación Catalana de Patinaje (FCP) una nueva derrota en sus aspiraciones de contar con selección propia en los torneos internacionales, tras la votación que se ha llevado a cabo en una asamblea en Roma. El Congreso de la FIRS, en el que tomaron parte 68 países con derecho a emitir 170 sufragios, concluyó con la denegación de la solicitud catalana por 125 votos en contra, 43 a favor y ninguna abstención. El resultado confirma el que se obtuvo en la anterior asamblea, celebrada en Fresno, y que se ha tenido que repetir en Roma por incumplir el proceso estatutario, según falló el Tribunal de Arbitraje Deportivo, al que había recurrido la FCP. Guinda, por tanto, a la decisión de la FIRS.

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