A Álvaro Cuesta, que vierte la insidia de la inconstitucionalidad sobre la financiación de la Iglesia, obviando el Concordato

El secretario Federal de Política Municipal y Libertades Públicas del PSOE, Álvaro Cuesta, afirmó ayer durante una jornada sobre la laicidad organizada por el PSOE, que la asignación tributaria a la Iglesia Católica contemplada en el IRPF es inconstitucional. Según él, “rompe el principio de neutralidad del Estado” y beneficia a unas confesiones sobre otras. Cuesta araña con tesón sobre el cristal. Sabe bien que miente con denuedo al afirmar la inconstitucionalidad de una cuestión que está anclada y bien anclada en los acuerdos entre el Gobierno y la Santa Sede de 1979, que tanto duelen a él y a su partido. El PSOE y el señor Cuesta son libres de pelear por el fin de la financiación pública de la Iglesia, un objetivo lícito. Pero han de cuidar que en el trayecto no transluzca demasiado su odio a la institución eclesiástica. No puede olvidar el PSOE que los católicos no son invisibles, y también votan, y también tienen derecho a que el Estado les reconozca los derechos y medios que durante desamortizaciones y persecuciones quiso quitarles. Guindilla a unas declaraciones sectarias.

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