A la Guía Michelín, que ve cómo se le escapan sus cocineros más mimados, entre críticas generales a su parcialidad hacia Japón y Francia en detrimento de España

La Guía Michelín, año a año, sigue perdiendo su atractivo porque sigue perdiendo su rigor. Sus cocineros más mimados, además, abandonan la competición por las estrellas: tras Senderens, Robuchon y Roellinger, Marc Veyrat anuncia un cierre “indefinido”. En España, mientras tanto, nadie logra explicarse cómo el país con mayor vitalidad culinaria en este momento logra menos estrellas que –por ejemplo- Alemania. Guindilla a una institución que se desprestigia año tras año.

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