A Jaume Matas, presidente del PP Balear, que se dedicó al espionaje electrónico de los e-mails de un diputado socialista

El Tribunal Supremo ha ratificado que los correos electrónicos del ex consejero y diputado del PSOE balear Francesc Quetglas fueron intervenidos a fines de los noventa por ayudantes del presidente del PP balear Jaume Matas. Pese a que el Supremo no considera dicha actuación como delito, sí la califica de “ciertamente ilegítima” y asegura que “que la actuación enjuiciada no puede considerarse ética ni jurídicamente indiferente”. Según los populares, el “redireccionamiento” de esos mails al ordenador del presidente balear se debió a un error. La explicación es por lo menos sorprendente. Pero el hecho de que Matas, a raíz de la sentencia del Supremo, haya exigido disculpas al PSOE por haber sido objeto de una campaña contra él, suena a broma de mal gusto y caradura. Si toca reconocer que uno se ha equivocado y el afectado no se excusa, el ciudadano percibe la trapacería y no perdona. Guindilla a las malas artes políticas de Matas.

 

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