A Leopoldo Calvo Sotelo, presidente de los Príncipe de Asturias, que concede el galardón a Al Gore y su cambio climático: no habrán visto el derroche energético de su casa

El jurado de los premios Príncipe de Asturias emitió ayer su fallo. En su calidad de presidente del mismo, el ex presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, concedió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional al ex vicepresidente estadounidense Albert Gore. Calvo Sotelo, en su declaración, explicó que se debía a “su decisiva contribución a la solución de los graves problemas causados por el cambio climático que amenaza el planeta”. Patético. Se trata de una concesión efectista, populachera y de escaso rigor. El cambio climático es un tema mediático, con mucho tirón, pero está por comprobar su verdadera dimensión. Una concesión, insistimos, de poco peso y densidad, que no hace otra cosa que degradar la imagen de los máximos galardones a nivel internacional y que incide en el tropiezo de la concesión del galardón deportivo a alguien tan joven como Fernando Alonso y que tiene todavía tanto camino por recorrer. Por cierto que mientras Al Gore propugna y hace campaña los excesos del clima, se descubre que su hogar es todo un ejemplo de derroche energético. Guindilla a Calvo Sotelo y a todo el jurado del Premio Príncipe de Asturias, por conceder otro galardón de cara a la galería.

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