A la astronauta iraní Anousheh Ansari, que no tiene empacho en derrochar 18 millones de euros para darse un paseo por las estrellas

Vaya por delante que cada uno es muy libre de hacer con su dinero lo que le plazca. Faltaría más. Sin embargo, eso no quita para que no se pueda calificar un acto como el de la multimillonaria Ansari como un derroche en toda regla. Una frivolidad desproporcionada cuando menos. El viaje al espacio de esta empresaria del sector de las Telecomunicaciones le ha supuesto un desembolso de unos 18 millones de euros. Se trata de un gasto desmedido por el simple deseo de hacer turismo. ¿O es que no hay modos menos exagerados de descansar, más asequibles y, sobre todo, más justos? ¿Cuántos niños se podrían apadrinar con esa cantidad? ¿Cuántas vacunas contra enfermedades que matan a millones de africanos se podrían financiar? Repetimos: no se propone la creación de un tribunal justiciero para encarcelar a esta señora. Que haga con su dinero lo que le venga en gana. Pero se trata de un gesto que merece, al menos, una guindilla: por el capricho de Ansari, que ofende a tanta miseria como hay en el mundo.

 

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