A la productora Endemol y sus ‘reality show’ que lo banalizan todo: una enferma terminal elige a quien donar su riñón; a una concursante se le oculta la muerte de su padre

Los productos de la factoría Endemol están logrando rizar el rizo. Parecía imposible pero lo están consiguiendo. La productora holandesa es la encargada de producir ‘Gran Hermano’ para todo el mundo. Y los responsables del formato, en su versión australiana, han decidido ocultar a una concursante la muerte de su padre mientras ésta no sea expulsada de la casa. El deseo del fallecido, según declaró, era no estropearle la experiencia a su hija. Absurdo e inconcebible. Pero aquí no acaba la cosa. Endemol ha creado un nuevo ‘reality show’ que supera con creces todo lo imaginable. Se trata de una enferma terminal que debe seleccionar, entre tres candidatos posibles, quién se queda con uno de sus riñones una vez fallecida. Como sucede en estos casos, los límites parecen importar poco o, directamente, lo que se busca es precisamente traspasarlos para lograr atraer a la audiencia. Con este objetivo empresarial, poco importa que las cosas más trascendentales de la vida se banalicen: la muerte, la donación de órganos, las relaciones filiales, la intimidad… Todo se prostituye. Eso sí. A un módico precio: el precio de la millonaria cuenta de resultados de la productora y el canal. Guindilla a Endemol, por crear formatos que rebasan todas las barreras y empobrecen a quienes los hacen y a quienes los ven. Y guindilla a los directivos de televisión que los compran, por olvidarse de la función social que lleva consigo cualquier trabajo: también el suyo.

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