A los salvajes que intentaron matar a un gato de treinta disparos

Días atrás, en Australia, el atribulado dueño de un gato llegó a un veterinario con su mascota –Possum, nombre de mucha raigambre felina- literalmente atravesada por veintisiete disparos. El gato fue disparado tras caer en una trampa para gatos. Finalmente, ha sobrevivido, como para confirmar las curiosas relaciones que los gatos mantienen con la vida y la muerte. Hay algo más que salvaje y primario en la crueldad hacia los animales, en el festín barbárico por el que se busca aniquilar aquello que es hermoso y débil. En España no falta tampoco alguna tradición ruralista irrespetuosa, por ejemplo, con los galgos. Los animales no son personas pero son responsabilidad nuestra y, más importante aún, el trato con los animales logra enseñar cierta humanidad y alimenta nuestra capacidad de piedad, de emoción y de cuidado. Guindilla al intento de un crimen innombrable.

 

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