Alberto Contador y el juego limpio

Alberto Contador ya tiene su tercer Tour de Francia en el bolsillo, en las imágenes que he podido presenciar en TV estaba emocionado y a la vez exultante tras la contrarreloj final.

Ha sido un triunfo merecido y limpio, sí, digo “limpio”, porque cuando el jueves tras la avería mecánica de su máximo rival Andy Schleck, Contador no se paró, sino que siguió su carrera, que aunque en principio dijo: “que no lo había visto”, este muchacho justo y auténtico profesional deportista, al día siguiente deja que gane Schleck en el Tourmalet, para compensarle por su picaresca.

Ha dejado claro que tiene cualidades humanas y espirituales. No solo ha demostrado con este gesto su honradez y deportividad, sino que hizo público un comunicado reconociendo “que había mentido”.y “que para él lo más importante es el juego limpio”.

También he observado que al salir, con sencilla naturalidad de una fe hecha tradición que le empapa hasta la médula, se ha santiguado y ha mirado hacía el cielo.

Antes, han sido los futbolistas en los Mundiales, y ahora, en el Tour de Francia, los deportistas nos demuestran que Dios está presente en ellos y ellos cuentan con Él.

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