A Alexander Solzhenitsin

Alexander Solzhenitsin, que en paz descanse, premio Nobel de Literatura, fue testigo de los horrores del Gulag y de la infamia del régimen soviético.

Tuvo el valor de contar la verdad, a pesar de la incomprensión y el desprecio de muchos intelectuales subyugados por el supuesto paraíso comunista. Merece por ello el reconocimiento de los defensores de la libertad frente al despotismo basado en una ideología totalitaria.

Hijo de una época convulsa, Solzhenitsin nos deja unas cuantas novelas importantes y un ejemplo de respeto a la verdad por encima de las conveniencias personales. Pienso que nadie debería manipular el legado de este personaje singular que fue capaz de luchar en solitario contra una gigantesca máquina de propaganda y falsificación. Por eso, sería muy triste que, una vez muerto, otros políticos autoritarios lo utilizaran en su propio provecho. Por mi parte, sirvan estas líneas de reconocimiento a su labor y tesón.

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