Campeones en picaresca

Nos desayunamos todos los días con nuevos casos de corrupción que afectan a todos los partidos, profesiones y capas sociales. Las últimas noticias son que España escala puestos en el ranking elaborado por la organización Transparencia Internacional, pasando en el índice del 28 al 32. Algo nos extraña que nuestros políticos (tan “progres” ellos en general) entronquen con la más rancia tradición social y literaria, que dio origen en nuestro país en el Siglo de Oro al género literario del “pícaro”.

Dicen los eruditos de nuestras letras que tocamos los 2 extremos: los grandes místicos (Sta. Teresa, San Juan de la Cruz, etc.) y los más abyectos bribones, (El Lazarillo, el Buscón de Quevedo, el Guzmán de Alfarache de nuestro sevillano Mateo Alemán, La pícara Justina, etc.) Bien es verdad que en aquella época se trataba de sobrevivir, y no sólo de “medrar” como ocurre hoy día, pero parece imperar el mismo espíritu de que el que roba muestra su habilidad e ingenio y el que no roba es porque es medio tonto y no puede. Los antiguos autores nos mostraban a los pícaros como antihéroes o “exemplum ad contrarium” es decir que no había que seguir.

Sin embargo ahora los programas del corazón, incluso los partidos y hasta la misma justicia en ocasiones parecen propagar la idea de que estos aprovechados sacan tajada de sus tropelías y son apoyados por una gran parte de la sociedad, toda ella contaminada por la falta de honradez. Es hora ya de que nos tomemos en serio este asunto y todos, como aconseja el Sr. Garrigues de T. I., empezando por el gobierno, los demás partidos y sobre todo la justicia sean ejemplarizantes en sus actuaciones, y se destierre esta gangrena social; hay que hacer un pacto social y endurecer las leyes y sus aplicaciones; estas son las leyes que el pueblo pide y no, p.ej. la nueva ley del aborto. Hasta que esto no se haga no podrán tomarnos en serio los países desarrollados, entre los que aspiramos a contar.

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