Cela: Don Quijote de la lengua

Si Cela es admirable como gran escritor, lo es más por la gran defensa que siempre hizo en su vida de la Lengua de Cervantes y de Teresa la Santa. Esto lo llevó a cabo no sólo con una dominio absoluto de todos los niveles de la lengua, sino con su especial maestría en los grandes géneros en los que brilla a gran altura, sino constituyéndose en adalid del buen uso del español y en su defensa más apasionada. Luchó como un nuevo Quijote contra los magos y nigromantes que afeaban y abusaban de la lengua con vocablos cursis innecesarios, extranjerismo, neologismos impuestos por la demoledora ideología de género que todo lo pervierte y lo vulgariza hasta la náusea. La lengua para Cela fue siempre un arma y una herramienta esencial para la comunicación de los pensamientos y anhelos de la gran comunidad lingüística que es el español de aquí y de más allá del Mar Océano, que según rimó Rubén Darío: la América ingenua que tiene sangre indígena/ que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.

Cela que en España que se hablen otras lenguas además de la oficial de todos que es el español, no puede ser una causa de guerra y de exterminio de uno de los patrimonios lingüísticos más extendidos del mundo junto con el inglés, el chino y árabe, que tanta importancia tiene en el léxico español hoy. El español sólo es despreciado y atacado en la propia España. Para Cela Cervantes siempre debería ser no el problema sino la solución de todas las desavenencias lingüísticas que están convirtiendo España en mal simulacro de la torre de Babel, donde todos hablan distintas lenguas y nadie se puede entender fuera de su villorrio lingüístico. Como afirmaba Don Camilo José con voz poderosa y persuasiva en un discurso en defensa del español: Sacudámonos falsos pudores que nos dificultan ver claro y recordemos a los hispanoamericanos que hablan el español, que ésta es la lengua es de todos.

D. Camilo José habría firmado los versos de Rubén Darío, extraviado y perdido en su centenario, porque España es hoy un país medio inculto sometido a la demagogia populista de los políticos nuevos tan viejos como el abuelo Marx y al opio del pueblo del balompié que no respeta ni el Domingo, día del Señor, ni las Fiestas de Guardar: “ De cantos áfanos, recetas que firma un doctor y de las epidemias, de horribles blasfemias, de las academias, ¡líbranos señor Don Quijote”.

 

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