Conducir con alma de peatón

Quienes conducimos solemos comportarnos de modo diferente en nuestro barrio respecto a cuando transitamos por otros lugares. En aquellas calles por las que paseamos como viandantes y cruzamos los pasos de cebra, vemos en persona cómo el tráfico invade y molesta en nuestra faceta de peatones. Sin embargo, al circular en coche por municipios de paso parece que mutamos a conductores descerebrados, regidos sólo por la prisa, que tratan de soslayar a los seres humanos que viajan a pie, como si fuesen entes fantasmagóricos que molestan y deben ser driblados.

Recobremos la lucidez para actuar siempre con "alma de peatón", empatizando con quienes no van rodeados de una armadura metálica y, por ello, son especialmente vulnerables. No dejemos fuera de la carrocería la solidaridad y humanidad de reconocernos como semejantes, sin permitir que las máquinas parezcan que nos controla a nosotros, cuando justamente fueron diseñadas para servirnos y no para amenazarnos.

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