Curar sin matar

La semana pasada  los medios de comunicación nos informaron de la buena noticia del nacimiento de Javier, el primer bebé seleccionado que nació para donar células del cordón umbilical  a su hermano y poder salvarle la vida.

 Sin embargo enfatizando el hecho feliz del nacimiento y la posibilidad de curación de su hermano, se ha silenciado otro hecho que se produjo al mismo tiempo: la destrucción de embriones que tenían la enfermedad y de otros que, aunque sanos, no eran genéticamente compatibles. Se está presentando como progreso la selección genética de personas en función de su utilidad para otros fines, aunque sea tan loable como la curación de un hijo.

Además, la compasión para que sea sincera, no puede ser selectiva y olvidadiza: el ser humano merece ser procreado por amor y no producido para un fin determinado;  es merecedor de la salud, pero no a costa de la muerte de otros. Javier ha tenido suerte: su sangre era compatible con la de su hermano Andrés ¿qué hubiera ocurrido con ese niño que sonríe feliz en las fotos si no lo hubiera sido?

 

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