Día 2 de octubre. ¿Y ahora qué?

El día 2 de octubre, tras el simulacro de referéndum y las vergonzosas imágenes que la fractura social imperante en Cataluña seguro nos va a brindar, llegará el momento de preguntarse: ¿Y ahora qué? El tiempo ha sacado a la luz lo impensable cuando se redactó aquel fatídico Título VIII de la Constitución: las comunidades autónomas hacen que estudiantes accedan a la universidad mejor o peor preparados, que se etiquete y discrimine a alguien por hablar un determinado idioma oficial u otro, o que familias enteras se dejen de hablar.

Si queremos seguir siendo la España fuerte en industria, rica en diversidad y puente entre Latinoamérica y Europa, debemos frenar a los nacionalismos excluyentes atacando la raíz del problema: la educación, esa competencia que nunca debió ser transferida. Que los programas escolares son manipulados por los políticos locales para su beneficio no es ningún secreto. Que a menudo se da una versión equivocada de la Historia tampoco. Que las escuelas catalanas son fábricas de nacionalistas es una realidad que no queremos ver. Aceptemos que los territorios no tienen derechos, y sí los ciudadanos.

Hoy, en España no hay igualdad en la educación recibida, y la gente sale preparada de forma diferente si ha estudiado en Cantabria o en Cádiz. Aún recuerdo que, haciendo las pruebas de acceso a la Universidad hace unos años, se preguntaron conceptos de Matemáticas y Lengua que algunos compañeros habían estudiado previamente, y otros no. Rompamos una lanza por la igualdad en la educación y, al mismo tiempo, cortemos las alas a los nacionalismos.

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