El Discurso de Investidura (I)

Me encontraba sentado en un escaño del Congreso de los Diputados, dispuesto a escuchar el discurso de la persona propuesta por el Rey para presidir el Gobierno del Reino de España, de acuerdo con los resultados de las elecciones recientemente celebradas. Nunca pensé, ni en mis mejores sueños, que el momento que iba a vivir se podría hacer realidad. Pero allí estaba, junto con otros diputados electos que por mor de una serie de circunstancias esperaban al igual que yo, expectantes, a que empezase la sesión del debate de investidura.

Entró quien iba a defender su candidatura, con paso firme y saludando a los diputados que se encontraba a su paso, preferentemente a los de su partido, así como algunos que ya le eran conocidos de otros tiempos. Una vez en nuestros sitios y hecho el silencio, el Presidente de la Cámara dio inicio a la sesión concediendo la palabra a la persona propuesta a la Presidencia, quién se dirigió a la tribuna y comenzó su discurso:

Señor Presidente, Señorías, ilustres invitados y autoridades. Me presento ante ustedes con el fin de exponerles las líneas maestras de lo que será la gobernación de los intereses de nuestra querida España, si ustedes me otorgan la confianza para formar el Gobierno que dirija la consecución de los objetivos que voy a proponerles, teniendo como norte el bien de nuestra Nación y sus intereses, por encima de los míos propios.

En primer lugar quiero comunicar a ésta cámara, que tanto en el Registro de la misma, antes de entrar en el hemiciclo, como en la mesa de mi despacho en la sede de mi partido; he dejado dos sobres con el encargo de ser abiertos en el momento, si es el caso, de que ésta cámara me otorgue su confianza y sea investido Presidente del Gobierno. Contienen el mismo escrito, y es mi dimisión del cargo que hasta este momento ocupo en mi partido. Deseo ser el Presidente de todos los españoles, y aunque evidentemente apoyado por el partido que me presentó como candidato a la presidencia, quiero tener las manos libres para trabajar y conseguir los mejores objetivos para el bien de nuestra Nación.

1º.-Limitación de mandatos

En consecuencia con lo anterior, y teniendo muy presente la regeneración de nuestra democracia; uno de mis primeros actos como Presidente será promover una ley para su aprobación por el Parlamento, al objeto de que en el futuro, cuando un candidato a la Presidencia del Gobierno sea investido, automáticamente deje cualquier cargo que ostente en su partido.

Igualmente esa Ley contendrá la limitación de mandatos por un máximo de dos legislaturas para: el Presidente del Gobierno, Presidentes de Comunidades Autónomas, Presidentes de Diputaciones y Alcaldes.

Del mismo modo, la ley contendrá limitación de mandato para Diputados y Senadores por tres legislaturas.

En todos los casos expuestos, tanto los ejecutivos, como los legislativos, una vez agotados los periodos contemplados, sean los máximos si son reelegidos, como uno o dos –según cada caso- si esto no sucede, no podrán volver a ser elegibles. Se contemplara ésta incompatibilidad en la nueva ley Electoral, que también promoveré, y de la que hablaré más adelante.

 

Por la experiencia vivida en estos 40 años, en que empezamos nuestra andadura en Democracia, los mandatos de larga duración aunque no queramos conducen y dan lugar a corruptelas, que con el tiempo se agravan. Por eso creo que esta medida –entre otras- nos ayudará a que sea lo más limpia posible, a que sintamos que nuestro servicio a los españoles tiene que ser lo más eficaz, y que es finito.

Quien entre en la política tendrá que tener en cuenta que no es una carrera, sino un periodo de servicio al pueblo. No será un cargo el que tendremos, sino una carga llena de responsabilidad que llevándola honradamente y con espíritu de servicio, se nos hará liviana y llena de alegría. Y el que no esté dispuesto a esto, es mejor que no aspire a este trabajo. Si conseguimos que ésta mentalidad se incardine en nosotros habremos conseguido un segundo Cambio de verdad.

El primero fue lo que llamamos la Transición: pasar de la Dictadura a la Democracia, ese ya pasó. Por si quedase alguna duda pienso cerrar aquellos flecos que la produzcan. Para la nueva generación y las siguientes, lo que propongo sería el primer paso, del segundo Cambio. Pasar de gobernantes a sencillos y honrados administradores. Es decir, servidores de nuestros compatriotas.

J. R. Pablos

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