Encuestas sobre fracasados

Si analizamos las encuestas que se han realizado tras el Debate sobre el Estado de la Nación vemos aparecer un empate técnico. Una igualdad en la opinión respecto al “ganador” del enfrentamiento entre Zapatero y Rajoy. El sentir parece inclinarse hacia que ni el uno ni el otro ofrecen nada atractivo para los españoles. El carisma de los dos está estancado en lo nimio y absurdo de sus propuestas: la nula capacidad que manifiestan ambos, unida a la escasa confianza que generan nos dejan un panorama muy lóbrego respecto al futuro político inmediato. Una tercera parte de los encuestados ni contesta ni quiere contestar, y ni sabe ni quiere saber.

La interpretación es clara. El empate a tres bandas, entre el Presidente del Gobierno, el líder del PP y los que se inhiben a la hora de manifestarse significa el evidente rechazo a los dos dirigentes y a la política que desarrollan sus respectivas formaciones. Cada vez somos más los que no nos creemos nada de lo que dicen, los que tenemos la certeza de que con ellos al frente no salimos de ésta salvo con los pies por delante, los que vivimos con la seguridad de que o ellos o nosotros.

Los tres poderes del Estado tiemblan ostensiblemente, anunciando un derrumbe inevitable. El legislativo da bandazos a diestro y siniestro, lastimando y fracturando a la sociedad con cada movimiento. El judicial sobrevive en la duda y la sospecha, ninguneado y/o atacado según sea la dirección en la que sople el viento. Y el ejecutivo, dentro de su sombría aptitud, aplica confusas y restrictivas medidas que en lugar de beneficiar y favorecer el progreso, zahieren nuestro modo de vida.

Esto hay que agradárselo a Gobierno y Oposición. Cada uno en su justa medida ha provocado, y de qué manera, este período de opacidad, incoherencia y miseria política, económica y social.

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