Falta de respeto

Ha sido frecuente durante este verano ver carteles anunciado, dentro de las fiestas de pueblos y barrios, la actuación de conjuntos cuyo nombre son auténticas blasfemias. Por decencia y no hacerles propaganda, no los reproduzco. Quizá lo único que pretenden es suplir con la originalidad del nombre la falta de calidad artística. Ello no obstante, no justifica que se ofendan los sentimientos religiosos de muchas personas. Como tampoco está justificado el lenguaje soez y con frecuentes blasfemias que se prodiga en algunas series y programas de televisión; por mucho que se aduzca que así es como habla la gente de la calle: Lo que está mal en la calle todavía esta peor en la televisión porque puede inducir comportamientos similares en la gente joven. Lo curioso del asunto es que, cuando protestamos de que con el dinero de nuestros impuestos los ayuntamientos contraten a esos conjuntos, y los gobiernos que corresponda subvencionen esas televisiones, se nos tacha de intolerantes y fundamentalistas. En ninguno de estos casos u otros similares, ni la libertad de expresión, ni el progresismo, ni la laicidad, pueden avalar el mal gusto, la poca educación y la falta de respeto a las creencias religiosas de los demás.

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