Gracias, SAR Regina

El mes pasado falleció mi padre en su habitación del centro donde vivió sus últimos tres años de vida aquejado de Alzheimer. Fue un hombre amable, cariñoso, elegante por dentro y por fuera y apreciado por todos. Allí pasamos juntos muchas tardes. Cantábamos mucho, le daba su cena y, tras dejarse arropar como un niño, cerraba los ojos y se rendía al sueño. Fuimos felices así, con la ayuda del personal del centro, cuyas atenciones y disposición hacían nuestra vida un poco más dulce. Una tarde el Alzheimer le impidió caminar desencadenando un proceso que acabaría con él en tres semanas de agonía durante las cuales mi padre tuvo los mejores cuidados y nosotros, su familia, el más delicado de los tratos. Gracias por hacer vuestro trabajo con gran profesionalidad, responsabilidad y, sobre todo, con cariño. Por haberos convertido en una segunda familia junto con el resto de residentes y familiares. Por demostrar que, a pesar de la dureza de estos tiempos, lo mejor es posible y está aquí, en Lesseps.

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