Hollande abucheado

La decisión tomada por el Gobierno francés de recortar los gastos sociales además de congelar salarios y pensiones, por un importe de 50.000 millones de euros, ha puesto de manifiesto una de las grandes falacias de la izquierda: que la crisis económica no se combate con demagogias populistas que propugnan más gasto público, sino con la austeridad necesaria para reducir el déficit. Por supuesto que toda política de recortes conlleva un desgaste político, como ha podido comprobar el presidente francés, François Hollande, al ser abucheado por la multitud cuando pretendía rendir homenaje a uno de los patriarcas del socialismo francés. Se acusaba al mandatario galo de no haber cumplido sus promesas de estimular la economía sin tocar los gastos sociales, que le valieron precisamente su elección como presidente. Pero lo que realmente es reprochable en Hollande es que haya aprobado ahora unos recortes que debió aplicar hace dos años cuando pensaba falazmente que podía mantener indefinidamente la ficción de una política de izquierdas que solo ha servido para hundir más la economía del país.

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