Imposiciones en la enseñanza

No puede haber una ética común publica obligatoria porque va contra la libertad de conciencia y de enseñanza.

La asignatura de Educación para la Ciudadanía (Epc) que defendió ardientemente Zapatero en el Debate sobre el Estado de la Nación frente a Rajoy es algo más que en un arma política. Como se puede ver en la prensa en julio y lo que llevamos de agosto, hay claros detractores. Es más, la duda está sembrada.

Objeción posiblemente no sea la mejor respuesta, pero sí que puede que sea la más enérgica ante la obligatoriedad de la asignatura. Dice un texto de la Cátedra de Laicidad de la Universidad Carlos III y de la Fundación Cives (principales progenitores de Epc) que ante la pluralidad de códigos éticos es necesario extraer un mínimo común ético obligatorio para poder convivir. De ahí justifican la necesidad de esta asignatura.

Y hay que decir que una cosa es saber convivir y respetar a los demás, y otra diferente es estandarizar los principios teniendo como criterio lo común entre todos y encima hacerlos obligatorios. Tendrá que haber unas leyes o normas de convivencia social, pero no puede haber una ética común publica obligatoria porque va contra la libertad de conciencia y de enseñanza.

 

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