Inmigración: integración y voto

Primero hay que integrar y luego conceder el voto a los verdaderamente integrados.

Un problema a resolver es el de la inmigración ilegal. Otro no menor es lograr la integración de los ya regularizados si no queremos que el multiculturalismo derive en una sociedad de "guetos".   Algunos piensan que la mejor manera de lograr la integración es convirtiendo a los inmigrados en ciudadanos concediéndoles el voto. Es posible que sea así en algunos casos, pero no cuando los inmigrados pertenecen a una cultura fideista o teocrática que no separa el Estado civil del Estado religioso e identifica al ciudadano con el creyente como es el caso de los musulmanes para los que ciudadanía equivale a sujeción a la ley coránica.   Ser ciudadano no significa sólo disfrutar de algunos bienes y derechos subjetivos, sino también contribuir a producirlos y adquirir deberes, algunos de los cuales puede que sean incompatibles con su fe y su cultura.   La ciudadanía concedida a inmigrantes no integrables, no lleva a la integración sino a la agravación de los problemas que se pretenden resolver. Quizá los políticos que piden de buena fe el voto para los inmigrantes no piensen en asegurarse un clientelismo electoral y sólo pretendan la integración de los mismos. Lo que conseguirán con ello es dar fuerza y peso a las agrupaciones de inmigrantes para que intenten imponer sus fiestas religiosas, el "chador" para las mujeres, la poligamia y la ablación del clítoris.   Ahora son aproximadamente 10% de la población. Resulta fácil de imaginar como será ese problema cuando lleguen a ser el 20 %. Primero hay que integrar y luego conceder el voto a los verdaderamente integrados.

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