Jóvenes obsesionados con el sexo

La red de pornografía infantil que actuaba a través de internet ha producido indignación generalizada. Especialmente el hecho de que estuvieran implicados en la misma gran número de adolescentes y niños. Aunque no sé por qué nos asombramos de que ocurran tales cosas dado el permisivismo y la promiscuidad sexual que impregna amplios sectores de nuestra sociedad, y que de manera especial está afectando a una juventud indefensa por falta de recursos morales. El sexo, sin otra valoración que la propia subjetividad, les llega a través de todos los medios de comunicación y de diversión. Incluso de la supuesta educación sexual que reciben en algunos colegios, que no es otra cosa que mera información desprovista de cualquier referencia ética, y que trivializa y fomenta la promiscuidad sexual. Hay muchos adolescentes obsesionados con el sexo, al que ven como la máxima expresión de realización personal y sinónimo de felicidad. El escándalo que ha suscitado la trama recién desmantelada no está exento de cierta dosis de hipocresía. Del Gobierno que la tipifica como delito, mientras limita la autoridad delos padres para que no puedan impedir las relaciones sexuales de sus hijos mayores de 14 años; incluso las fomenta indirectamente al proporcionarles preservativos y píldoras postcoitales. Y también de los padres que se quejan de ciertos programas que se emiten en horario infantil, pero permiten que sus hijos tengan televisor y ordenador con internet en su habitación, con lo cual pueden acceder a mucha pornografía y erotismo sin control alguno.

 

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