Lección de valores del presidente de Hungría

Estos días hemos recibido, en visita a España, al presidente de Hungría, Viktor Orban, quien ha defendido, en cuantos foros ha tenido ocasión, la conveniencia y el acierto de proclamar el papel primordial que el Cristianismo ha desempeñado y desempeña en la Historia, en la Constitución y la vida de su pais, así como en el resto de Europa. De hecho, es esa postura de defensa de los valores cristianos lo que ha enfrentado al señor Orban con la Unión Europea, que no ve con buenos ojos unas declaraciones tan abiertas y comprometidas. Conviene destacar su apuesta de Hungría por las reformas en su Constitución, con la prohibición del matrimonio homosexual o el aborto, entre otras, por las que la Comisión Europea le recrimina e interpela.

Tan valiente postura - no exenta de críticas de pusilánimes y acomplejados europeos de la "nueva ola" - hay que añadir otras brillantes declaraciones en relación a la crisis de identidad de los cristianos europeos, sean servidores públicos o no. Destacaba que "la crisis europea no es sólo crisis económica... la política europea está basada en dos equívocos: El primero considera que el pasado europeo no tiene raíces cristianas. El segundo, que las instituciones occidentales pueden ser hechas sin unas bases cristianas". Además aseguró que el Viejo Continente, al relativizar los valores cristianos, está sembrando las bases para no poder crecer como una sociedad libre.

Frente a la pasividad, indiferencia o animadversión con que se actúa en Europa respecto a sus raices, la postura y las declaraciones del Presidente de Hungría son un ejemplo de valentía, entereza y rectitud. Como él nos dijo: "Soy de los que creen que los cristianos tienen que tomar posición hacia el bien común como sistema de valores... la familia, la vida desde la concepción hasta la muerte y la libertad de la dignidad humana". Que sin esos valores Europa está perdida, es algo fácilmente constatable en un continente envejecido, triste y desilusionado.

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