¿Miedo a decir guerra?

Las palabras del arzobispo Castrense, monseñor Juan del Río Martín, en la homilía de la liturgia de exequias tras la trágica muerte del cabo del Ejército español Cristo Ancor Cabello Santana, en la que dijo “nuestra sociedad está convencida de que o acabamos con el terrorismo o terminamos siendo esclavos de su intrínseca malicia”, contrastan con las del presidente del Gobierno quien insistía en los eufemismos al referirse a lo que hacen nuestras tropas en Afganistán como una “misión de estabilidad y de reconstrucción”.

El presidente del Gobierno, que en todo momento evita referirse a la situación de Afganistán como la de una guerra, parece haberse olvidado de las causas que provocan la muerte de los soldados que, bajo mandato de la ONU, están contribuyendo a la reconstrucción del país y a la paz internacional.  La trágica muerte de de este soldado, en una situación de guerra, es semilla de libertad y nuestra sociedad está convencida de ello. Por favor, llamemos a las cosas por su nombre de una vez por todas.

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